Hay un discurso de Adolf Hitler en Munich, 10 de julio de 1933, muy actual: llamaba a la unidad y a la dignidad de Cataluña, perdón, de Alemania, a su identidad como nación contra las provocaciones externas, y le pedía al pueblo su apoyo contra la humillación impuesta por la Conferencia de París de 1919.
El pueblo lo aclamó. Seis meses después, el que había empezado como Canciller de una coalición de partidos, se proclamaba Fuhrer, trasladando al Estado su cargo en el partido Nazionalsocialista.
Barcelona, 10 de julio de 2010. Se diría que José Montilla y una tribu de pequeñonacionalistas quieren crear un Reich catalán con sus discursos victimistas, calcados de los que hacía el excabo sin oficio ni beneficio.
Como en Alemania no había un Tribunal Constitucional que pudiera parar sus ímpetus, Hitler dio cuatro golpes legislativos magistrales, quemó el Parlamento y entusiasmó al pueblo al asegurarle que la voluntad de la Nación alemana estaba por encima de todas las leyes.
Aquél tipo, además austríaco, se convirtió en Fuhrer con la pasividad de los partidos democráticos –el comunista era tan totalitario como el suyo--, y hasta con la de grandes figuras del socialista.
La democrática República de Weimar se había transformado en el III Reich.
En España hay una Constitución. Puede cambiarse, pero mientras, el intérprete de las grandes leyes, con un poder superior a los entusiasmos populares del momento, al calor de los oradores o a los intereses temporales de los políticos, es el Tribunal Constitucional (TC). Constitución, artículos IX-159-165 y LOTC.
Pero como al socialnacionalismo y al nacionalismo catalán no les gusta una sentencia del TC, repiten ahora discurso y manifestaciones que recuerdan Munich hace 77 años. Esto huele a golpe de Estado hacia un Reich catalán, pero también austríaco-andaluz.
Y a todo esto el sentido comun de los españoles de vacaciones en las canarias. Dedicar el tiempo a la defensa de lenguas inutiles y derechos irrelevantes no puede llevar mas que al desastre. Y no se puede decir que la culpa sea de Montilla o de ZP, ellos no son mas que el sintoma de la estupidez del pueblo.
A ver si ganamos a los holandeses.
Publicado por: Serpentina | domingo, 11 julio 2010 en 15:08