Una investigación sobre si los antepasados de los actuales españoles eran republicanos o franquistas al iniciarse la guerra civil demuestra que buena parte procede de familias mixtas, de ambos bandos, y que los que acusan de franquistas a otros quizás portan más sangre del militar que de los milicianos.
Asi que menos llamar franquista a cualquiera, que es un insulto progresí nada riguroso, viene a decir ese estudio recién divulgado por Metroscopia bajo dirección del sociólogo Juan José Toharia.
Un ejemplo es el conflicto que enfrenta estos días al progresista fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, con el ayuntamiento de Ferrol, donde fue fiscal militar su abuelo paterno.
Todo nace de una declaración de los ediles socialnacionalistas que gobiernan la ciudad apoyando a Baltasar Garzón.
Según la Fiscalía de la ciudad ese pronunciamiento podía ser delictivo, por lo que Conde-Pumpido estuvo obligado a ordenar investigarlo.
Según la Fiscalía de la ciudad ese pronunciamiento podía ser delictivo, por lo que Conde-Pumpido estuvo obligado a ordenar investigarlo.
Aquí aparecieron los fantasmas: los ediles ferrolanos le recordaron inmediatamente al superfiscal que su abuelo logró que se fusilara a numerosos republicanos, entre ellos algunos menores de edad, tripulantes del barco Mar Cantábrico.
Curioso caso, porque entre los concejales socialnacionalistas que evocan la historia familiar de Conde-Pumpido hay también descendientes de franquistas que no fueron mejores: autofagia o cáncer que se come a si mismo.
Zapatero despertó a los fantasmas y ahora andan por ahí, liberados. Su abuelo fusilado mató a levantiscos mineros socialistas y anarquistas asturianos en 1934 a las órdenes de Franco, y este a las de la República.
Su familia materna era franquista, como la de su mujer. Como la de Teresa Fernández de la Vega, o de José Bono, o de Manuel Cháves, o de buerna parte del Gobierno.
Hasta los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos tienen antepasados franquistas. El que esté libre de Franco que tire la primera piedra, porque este país es su nieto, y los que no pertenecemos a la familia es por casualidad.
Que razón tienes Manuel. La mayor parte del fascioprogresismo que nos ha gobernado y nos gobierna en los últimos cuarenta años, sus padres eran franquistas y llegaron donde llegaron a partir de finales de los setenta, por que no pocos de sus abuelos en las revoluciones, repúblicas y guerras civiles varias de los años treinta eran los asesinos de las “sacas” y “paseos” de los distintos bandos.... empezando por el asesino abuelo de zp. Es decir, zp, no hubiera llegado donde ha llegado, sino hubiese sido el nieto de uno de los más grandes asesinos en serie de mineros asturianos.
Lo mismo podríamos decir de los medios de comunicación fascioprogresistas, empezando por un tal Cebrian. Está donde está, porque su familia y él eran franquistas hasta la médula. Y por qué no decir lo mismo de los abuelos y padres de los artistas de “la ceja”.
El problema de España, es que la transición la han hecho los hijos y nietos de los abuelos asesinos de unos y otros bandos... de derechas, de izquierdas y nazionalistas. Las varias guerras civiles habidas en España desde el 34 al 39 (comunistas contra anarquistas, socialistas contra comunistas, anarquistas contra socialistas, nazionalistas contra republicanos, y contra todos ellos los nacionales), dejaron para nuestra actual ¿democracia? como herencias familiares para sus hijos y nietos gobernantes, la profesión de enterradores de las memorias de sus odios familiares. Todos ellos nos quieren imponer el olvido de las sagas familiares más criminales de reciente historia de España... ya que de ellas son herederos políticos.
En un pueblo cerca del mío, tuve la suerte de conocer en los años setenta al hijo del enterrador y sacristán de dicho pueblo durante la guerra civil. Me llevó al cementerio de su pueblo y me enseño la fosa común. El pueblo paso durante la guerra varias veces de una zona militar a otra. Con la llegada de los unos había fusilamientos... que se repetían a la inversa cuando llegaban los otros. El enterrador del momento decidió enterrarles a todos los fusilados en una fosa común. Al hijo del enterrador le pregunté por qué lo había hecho. Me contesto que su padre le había repetido hasta la saciedad que lo había hecho “para que si algún día alguno de los descendientes de los fusilados quería desenterrar los huesos de su padre, viese también los huesos de los que ese padre mandó previamente fusilar”.
De todos aquellos abuelos asesinos de unos y otros bandos, llevan cuarenta años sus nietos/as gobernándonos.
Pablo el herrero
Publicado por: Pablo el herrero | domingo, 25 julio 2010 en 20:34