Hace unos días millares de militantes de Batasuna, que aún disuelta sigue existiendo, se manifestaron en distintas ciudades vascas de Francia y España, y en algunas capitales de Latinoamérica, para recordar el Aberri Eguna, día de la Patria Vasca creado por el PNV en 1932, es decir, ayer.
La mayoría eran jóvenes creyentes de unos mitos patrióticos que imponen coléricos, violentos y henchidos de fe, como aquellos del cara al sol.
Son los mismos que vimos en nuestra infancia vestidos de falangistas yendo hacia alguna concentración, o después como hordas en las miserables guerras y guerrillas en Asia, África o América.
Sumando las distintas manifestaciones proetarras calculemos que reunieron a 40.000 patriotas. Pocos en relación con los 2,2 millones de habitantes del País Vasco español.
Pero de esos 40.000 quizás tres de cada diez estarían dispuestos a emplear la violencia para crear esa patria vasca de 1932.
Pero de esos 40.000 quizás tres de cada diez estarían dispuestos a emplear la violencia para crear esa patria vasca de 1932.
De los tres, imaginemos que dos serían incapaces finalmente de apretar el gatillo, por lo que tendremos uno de cada diez como posible asesino.
Cuatro mil pistoleros potenciales. Que aparecen como por generación espontánea por todas partes, aunque en medio haya también infiltrados policiales.
Los detienen constantemente, pero siempre aparecen nuevos terroristas dispuestos a provocar dolor y muerte. La cuadra es inagotable y renovable.
Una pústula de odio que crece como una infección nauseabunda en familias, ikastolas y cuadrillas. Son como el Tártaro y las gorgonas, envueltos en serpientes, símbolo no casual de ETA. Les cortan las cabezas y debajo vuelven a renacer los iluminados racistas, ponzoñosos asesinos.
Que se creen superiores, que miran a los demás como hacían los miembros del Ku-Klux-Klan con los negros.
O como los racistas del apartheid surafircano. Su otro símbolo en una hélice de cuatro brazos, muy parecida a la esvástica y al trisquel del AWB de los Afrikáner.
La paradoja es que bastantes "abertzales", son hijos o nietos de negros, que son los maketos, los demás españoles.
O como los racistas del apartheid surafircano. Su otro símbolo en una hélice de cuatro brazos, muy parecida a la esvástica y al trisquel del AWB de los Afrikáner.
La paradoja es que bastantes "abertzales", son hijos o nietos de negros, que son los maketos, los demás españoles.
Qué fatiga y hastío producen con sus manifestaciones cara al sol, camisa-camiseta nueva o sudada y dialéctica de puños y pistolas.
tonterías!
Publicado por: Nemigo | domingo, 11 abril 2010 en 23:46