La celebración de la Semana Santa nació para recordar la pasión y muerte de Jesús, pero en España el tiempo fue añadiéndole iconografías y adornos tan efectistas que ahora el forastero que ve por primera vez sus procesiones y demás manifestaciones públicas de fe cree menos en la espiritualidad de los penitentes que en su carácter dramáticamente ostentoso, concentrado en exhibir su propia imagen dolorosa.
Tanto, que el espectáculo de la Semana Santa española se anuncia como atracción turística. Como las playas, los toros o las casas rurales. Más que una aventura espiritual, como el Camino de Santiago.
Se habla de la sobriedad de las procesiones castellanas, del colorido de las andaluzas, de la solemnidad de las norteñas. Y en ningún lugar que no sea España, Hispanoamérica o Filipinas, se verá algo parecido: esta Semana Santa no parece pertenecer al común de la cristiandad.
Los turistas quedan asombrados cuando ven hombres, mujeres e incluso algunos niños encadenados o bajo unas caperuzas o peinetas y mantillas.
Banqueros, políticos, obreros en paro y los patronos que los echaron, amas de casa, maestras o costureras, todos, democráticamente penitentes durante unas horas.
Banqueros, políticos, obreros en paro y los patronos que los echaron, amas de casa, maestras o costureras, todos, democráticamente penitentes durante unas horas.
Pero, después, las buenas personas no serán más santas, ni las malas se volverán buenas, como debería ocurrir tras la transmutación ritual. No: sólo siguen una tradición a la que se unen también los ateos.
En algunas partes los penitentes se autoflagelan y hieren hasta desgarrarse las carnes. En Filipinas hay fieles que se crucifican durante unas horas.
El chiismo tiene un rito de sangre parecido, la Ashura. Convoca hasta a dos millones de fieles en Kerbala.
Muchos penitentes se hieren evocando la batalla allí entre facciones islámicas, año 680 d.C., en la que murió peleando el imán Hussein, para ellos el sucesor de Mahoma.
Muchos penitentes se hieren evocando la batalla allí entre facciones islámicas, año 680 d.C., en la que murió peleando el imán Hussein, para ellos el sucesor de Mahoma.
Teniendo en cuenta que para muchos cristianos, incluyendo católicos, estas celebraciones son muestras relativamente tardías de paganismo, quizás los chiítas las imitaron para aplicarlas a su Hussein, o quizás fueron los españoles los que aprendieron de los chiítas en Al-Andalus...
la iglesia católica ya se ha intentado desentender de "tradiciones" similares como el rocío. Allí se pueden oir gritos de los "fieles" como: no hay más dios que la virgen (traducción similar del acento local)
Confusiones en el extranjero con la pascua hispana hay muchas. Recordemos al mismísimo Anthony Hopkins confundiendo la semana santa sevillana con las fallas. Curioso rito en que queman a los santos, decía
Publicado por: Nemigo | miércoles, 31 marzo 2010 en 11:11