Tras la aprobación de la Ley de Igualdad, hace casi dos años y medio, las diputadas y senadoras de izquierdas se arremolinaron en las escaleras entre los leones de las Cortes para saltar y gritar “Ista, ista, Zapatero feminista!”.
Era una ley con aspectos positivos, pero con puntos voluntaristas e inalcanzables. Que provocó aquel encantador culto a la personalidad de un hombre, similar al que le montaban al dulce Camilo Sesto sus amadas fans.
Cierto, Zapatero exhibe a sus ministras de escaparate. Pero en la trastienda del Gobierno y de todos los ministerios, menos el prescindible de Bibí Aído, mandan los hombres, lo que demuestra que la incompetencia no necesita paridad sexual.
Aparte de que esas mismas mujeres protegen a hombres que pisotean sádicamente los derechos de la mujer, como ha demostrado Judit Alberich Cano, senadora socialista que también es alcaldesa de Cunit, Tarragona.
Para Alberich quien merece más culto aún que Zapatero es un verdadero macho, el imán islamista de Cunit, Mohamed Benbrahim, que ha hostigado, amenazado y maltratado por no llevar velo a una marroquí trabajadora del ayuntamiento.
Sí: la alcaldesa socialista-feminista, de 33 años, presionó a la policía para que no detuviera al clérigo, y a la agredida y torturada para que retirara la denuncia que había presentado contra él.
Alberich alega que no quería romper la paz social del pueblo. ¿Paz social? ¿Velos o burkas obligatorios? ¿Ablaciones, palizas y demás costumbres bárbaras? ¿Las penas de muerte a mujeres dictadas por tribunales islámicos en Cataluña?
El apaciguamiento. Como Chamberlain, permitir las mayores indignidades para apaciguar a fanáticos agresivos. Dándole protección a un supermachista al que debería castigarse ejemplarmente para proclamar que en España no se tolera violencia alguna contra la mujer.
Mientras, están calladas quienes exigirían décadas de cárcel para un español similar, Bibí Aído y compañeras de la Alianza de Civilizaciones, saltarinas ante los leones: llevan burka en la mente, dentro de la cachola.
A feminismo e islamismo les une más la raíz totalitaria de ambas ideologías de lo que les separa su concepción del rol social de la mujer. Es una alianza de conveniencia. Nunca verá usted a una atea feminista enfrentarse a un clérigo islámico...
Publicado por: Irómeno | miércoles, 03 febrero 2010 en 16:52