Con la devaluación "bolivariana" del bolívar a la mitad de su cotización, lo que duplicará los precios de todos los bienes, incluyendo los de primera necesidad que no se producen ya por la corrupción y las incautaciones chapistas, Venezuela va irremisiblemente a la ruina y a la miseria cubanas.
Aparte de agravar la pérdida de capacidad productiva de, por ejemplo, alimentos o petróleo, el Comandante revolucionario, como se autoproclama Chávez imitando a Fidel, ha ido disimulando la creciente pobreza facilitando servicios demagógicos no a los trabajadores, sino a las gentes menos esforzadas, los que esquilman la olla de quienes producen.
Un camino hacia el desastre con el aplauso de izquierdistas, supuestos progresistas, y de los antisistema de todo el mundo, convertidos en ardorosos suicidas revolucionarios.
Sus portavoces en el gochismo, modelo Ramonet, Raúl Bracho u Oliver Satone --que ahora ve a Hitler como una víctima de su época--, aplauden como triunfo revolucionario este fracaso, que para Chávez y sus camaradas es un “golpe duro a la sociedad de consumo, que venía sobreviviendo en nuestra marcha al socialismo y torpedeando la creación de la conciencia de la mujer y el hombre nuevo necesarios”.
“Por supuesto que tendrá efectos en nuestro poder adquisitivo: el lujo, el acceso a toda la basura imperial será restringido (…) Las importaciones, esa forma de coloniaje y de dependencia a los mercados extranjeros han recibido un batazo en la barriga”, escribe Bracho. Debe referirse a la ausencia intestinal de arroz y frijoles.
Cuando un país entra en la espiral del suicidio, con locas grandezas, corrupción, egolatría del líder y producción decreciente de todos los bienes, se llega aceleradamente a la miseria.
Y Venezuela repite
Corruptos y delincuentes se adueñan del país, los trabajadores se exilian, eclosionan las jineteras y pronto habrá hambre generalizada donde hasta las piedras producían riqueza.
Venezuela o Argentina son países con recursos más que suficientes. El problema es otro: la gestión
Ha fracasado la democracia, los partidos políticos... y hay que decirlo: la propia sociedad. Y todo eso no es sólo culpa de Chávez
Publicado por: Nemigo | miércoles, 13 enero 2010 en 16:11