Si detrás de todo gran hombre hay una gran mujer, y viceversa, detrás de ambos siempre hay un gran profesor o profesora que los sedujeron para que abrazaran apasionadamente alguna disciplina que al principio les era espinosa, quizás odiosa.
Es la cualidad de los grandes maestros, a la que se añade la de detectar cuándo uno de sus alumnos atraviesa dificultades personales, para apoyarle ante sus compañeros, otros profesores o su familia.
Por eso, cuando desaparece una de estas personas que orientaron la formación de numerosas generaciones, sus antiguos alumnos quedan como huérfanos.
Un profesor así acaba de morir y merece recordarse como ejemplo de tantos otros forjadores de seres humanos.
Era biólogo, matemático y catedrático de instituto en una capital de provincia.
Era biólogo, matemático y catedrático de instituto en una capital de provincia.
Durante algo más de tres décadas formó futuros científicos, especialmente mujeres, de las que destacaba su mayor concentración e interés que los chicos.
En años en los que los institutos eran masculinos y femeninos, él lograba que las muchachas discutieran entre ellas sobre ribonucleico, telomerasa o mitocondria, como explicaba “Una alumna” anónima en un artículo que apareció en el periódico de la ciudad.
Hacía dos años que padecía un cáncer cerebral. Sólo le preocupaba perder la memoria. Y, qué casualidad, o no, parte de las investigadoras que lo atendieron en distintos centros, incluyendo los más sofisticados laboratorios y quirófanos de neurocirugía, en Madrid, habían sido alumnas suyas.
En el tanatorio, en otra sala, había un fallecido cuya hija, también parece casual, es doctoranda con una tesis sobre una enfermedad de moluscos, una de las pasiones del profesor junto con las microalgas como fuente de energía limpia y barata.
Muchos científicos de ambos sexos, pero también otras personas comunes que aprendieron de él, lo recuerdan hoy con agradecimiento. Se llamaba Carlos, vivía en Lugo y era hermano de este cronista.
Le acompaño en el sentimiento. Rezaré por su hermano.
Publicado por: Irómeno | viernes, 04 diciembre 2009 en 17:48