El diplomático Agustín Santos, jefe del gabinete del ministro de Exteriores y encargado de gestionar el caso de Aminetu Haidar, en huelga de hambre desde hace tres semanas en Lanzarote, ha sido denunciado por su partido político, Izquierda Unida, como transmisor de las “indignas” propuestas del Gobierno español para que la activista saharaui acepte las exigencias marroquíes.
Una durísima condena para este hereje ideológico, que además fue miembro del Consejo Político de IU.
Así, Willy Meyer, el responsable de Política Internacional del partido, le exigió que elija entre su militancia y su cargo porque “ser jefe de gabinete de un ministro como Moratinos es incompatible con la afiliación a IU, que no ha decidido formar parte del Gobierno del PSOE".
Cayo Lara, comunista duro y máxima figura como coordinador de IU se sumó a la demanda, porque “existe incompatibilidad entre su militancia y su cargo político".
Al caso Haidar, aparte de las complicaciones nacionales e internacionales que contiene, le sale así un nuevo ángulo alarmante para la maltrecha diplomacia española actual: el de algunos funcionarios de carrera que deben servir a los gobiernos, de izquierdas o derechas, pero que militan en algún partido quizás opuesto a los intereses nacionales que deben defender lealmente.
Era lógico que durante la dictadura hubiera diplomáticos, jueces o incluso militares antifranquistas. Pero en democracia provoca ya bastantes problemas la politización de los jueces para que los partidos políticos quieran dirigir las acciones de los diplomáticos cuyo deber es servir únicamente los intereses de España.
Peor: Santos, que egresó de la Escuela Diplomática en 1982, tiene como jefe ideológico a ese Cayo Lara, defensor del siniestro comunismo de la URSS, Stalin y Mao, genocidas de decenas de millones de seres en nombre, eso sí, de la paz y del progreso.
Era lógico que durante la dictadura hubiera diplomáticos, jueces o incluso militares antifranquistas. (sic)
Lo habitual era que fuesen franquistas y adictos al régimen. Y por lo tanto personas recompensadas por ello. Los millones de españoles que vivían en el extranjero lo sabían perfectamente. Los amigos del régimen tenían privilegios los demás el exilio
Recordar también que cuando se aprobó la constitución también se planteó jubilar a los jueces. A todos los jueces. Desde la judicatura "explicaron" que ellos se limitaban a aplicar las leyes: antes franquistas ahora constitucionales. Y coló. Fueron miles los militares y funcionarios que pasaron a la jubilación incapaces de adaptarse a un sistema en que su negligencia e incompetencia era cuestionada. Recordar que hubo jueces que pasaban años sin dictar sentencia alguna. Catedráticos de universidad incapaces de hacerse entender y dar una clase comprensible. Policías torturadores y falsificadores de documentación. Fraga no fue la norma... fue la excepción
Publicado por: Nemigo | lunes, 07 diciembre 2009 en 18:01