Precisamente cuando por una vez debería debería haber triunfado, el supremacismo hembrista que inspira las leyes del Gobierno fracasó en el Congreso: acaba de rechazarse que se considere agravante del maltrato que el agresor de una mujer esté bajo la influencia de alcohol o de drogas.
El consumo, que debería ser agravante, goza de atenuantes para quien comete un crimen, como demostró estos días un jurado popular en Pamplona en el caso del asesinato de una muchacha por su agresor supuestamente borracho,
Pero la demanda parlamentaria rebatida pretendía aplicar el agravamiento solamente a la violencia machista, y rechazaba su uso en los demás delitos cometidos bajo influencia de tóxicos.
Es que el zapaterismo está obsesionado con la violencia del hombre sobre la mujer, lo que estaría bien si a la vez considerara igual la situación inversa, o el maltrato por motivos no relacionados con el sexo de la víctima.
Sólo un ejemplo: habiendo tantas lesbianas que ultrajan a sus parejas como los hombres heterosexuales a las suyas, aunque no matan como ellos, se rechazó enérgicamente prever esa violencia en las leyes impuestas por la corte feminista de Zapatero, que odia a los hombres que no sean Él.
No deben despenalizarse los crímenes contra cualquier humano, hombre o mujer, ejecutados bajo los efectos de cualquier sustancia consumida conscientemente, porque emborracharse o drogarse son actos voluntarios cuyas consecuencias debe afrontar cada uno.
Alrededor del sesenta por ciento de los alcohólicos, y quizás un porcentaje parecido de drogadictos, son violentos. Pues si maltratan a quien sea, mujer o no, que paguen duramente sus actos.
Un delito cometido bajo drogas o alcohol debe ser más castigado porque se buscaba el estado de ánimo alterado que facilitaba ejecutarlo.
No más atenuantes psiquiátricos y sicológicos que castran nuestra responsabilidad, intentando mantenernos siervos de una sociedad infantiloide.
No más atenuantes psiquiátricos y sicológicos que castran nuestra responsabilidad, intentando mantenernos siervos de una sociedad infantiloide.
Las leyes en España ni siquiera son coherentes al respecto: ir borracho es atenuante si matas a alguien con una navaja y agravante si lo matas con un coche.
Y estoy de acuerdo con usted, el consumo de cualquier tipo de droga que altere el carácter del agresor debería de ser siempre considerado si acaso como agravante y nunca como atenuante.
Publicado por: Irómeno | martes, 24 noviembre 2009 en 17:29