Mariano Rajoy cree acercarse al triunfo electoral denunciando las torpezas de Zapatero en el caso del Alakrana, igual que Zapatero comenzó a dañar al gobierno de Aznar, en el que estaba Rajoy, explotando sus innumerables errores de estrategia con el petrolero Prestige.
Pero el caso de aquel barco-chatarra llenando costas gallegas de chapapote hace justo siete años era más vistoso televisivamente que el de los 36 tripulantes del atunero secuestrado, y que ahora se esconden de las cámaras.
Cuando se hundió el Prestige no había un protocolo sobre cómo tratar situaciones así, aunque tampoco ahora se sabe qué se hará si aparece por Finisterre otro monstruo herido y derramando contaminantes.
En aquel momento, el desconcierto de la Xunta de Fraga Iribarne y del Gobierno Aznar facilitó la movilización televisiva de millares de entusiastas neoecologitas y de centenares de dolientes poetas nacionalistas y socialistas, mayoritariamente cursis, que crearon un clima tan emotivo que abatió a los populares.
Fue una derrota del aznarismo, como puede serlo para el zapaterismo el caso Alakrana, al que se añade otro, el del Sitel, sistema de espionaje del que dice ser víctima el Partido Popular.
El Sistema Integrado de Interceptación Telefónica, Sitel, sirvió para que le llegaran a los medios informativos afines el Gobierno conversaciones entre populares vinculados al caso Gürtel, algunas delictivas, pero otras íntimas, y también cursis, ajenas a esta presunta corrupción.
El uso ilegal del Sitel, sirviendo a la voluntad socialista de desacreditar y ridiculizar a personalidades del PP, puede hacer improcedentes algunos casos concretos de espionaje a etarras, islamistas y mafiosos.
Entre Zapatero, por actuar temerariamente para desacreditar y aniquilar al contendiente, y Rajoy, por vengarse, están clavándole a todos los españoles el veneno suicida en la espalda, como parece hacer el alacrán acosado.
Sí había cuando ocurrió el despropósito del prestige gente preparada a la que no se le hizo caso. Y algún asesor de medios de comunicación haciendo el ridículo. Como ese catedrático de química de la Universidade de Santiago que decía que cuando el buque se hundiese a más de mil metros de profundidad los tanques del buque reventarían por la presión (sic)
Sí hubo (como ocurrió más veces) ganas de manipular la información. Llamar a medios afines y dar consignas. Eso sí lo saben hacer en el PP y lo hacen
Con la costa cubierta de chapapote la consigna era no decir marea negra. Los eufemismos al final son como la ideología: sólo sirven para los convencidos
Publicado por: Nemigo | lunes, 23 noviembre 2009 en 20:10