Cuidado: no se dice aquí que el Partido Nacionalista Vasco sea filoterrorista, sino que dentro de él hay un notable filoterrorismo cuyo mayor mensajero es José Egibar, heredero moral del radical expresidente del partido, Javier Arzalluz.
Egibar, un bovino que incansablemente lanza airadas cornadas contra quienes combaten a ETA, ha censurado a la policía autónoma y al actual Gobierno vasco por retirar las fotos de terroristas presos y la iconografía etarra de numerosas calles de la Comunidad.
Acusa al ministro del Interior, y al consejero vasco del Interior, Rodolfo Ares, de haber “decidido y definido, y no la Justicia, que la exhibición de una foto puede ser una cuestión delictiva”.
Hay que observar algunas zonas de Euskadi para entender a qué valores sirven esos retratos de los asesinos de casi un millar de personas a los que se rinde culto llevándolos como iconos de mártires.
Descubriremos a centenares de cofrades portando las fotografías en procesiones callejeras con la solemnidad religiosa de aquellas otras marchas en las que participaban hace años sus padres o abuelos levantando estandartes, escapularios, hornacinas e imágenes de vírgenes y de santos.
Quizás entonces dirigía los rezos el jesuita, hoy secularizado, Javier Aralluz, bendecido por unos obispos vascos que honran ahora las peregrinaciones en honor de esos presos con su perversa compasión hacia las familias, no de los asesinados sino sólo de los asesinos.
Esa bífida actitud peneuvista y obispal explica los resultados de un informe del Ararteko, el Defensor del Pueblo, según los cuales el veinte por ciento de los adolescentes vascos cree que ETA debe seguir: perenne y joven cantera de “chicos de la gasolina” que después matarán personas y tirarán las nueces del árbol para que las recoja el PNV, como dice el expadre Arzalluz.
Pues muy sencillo, PNV y ETA son el poli bueno y el malo.
Publicado por: JFM | miércoles, 26 agosto 2009 en 17:46