Quien siga los medios informativos en español supuestamente progresistas encontrará numerosos artículos contra el presidente colombiano, Álvaro Uribe, al que acusan de las mismas ilegalidades tanto el caudillo venezolano Hugo Chávez como su pupilo ecuatoriano Rafael Correa, los narcotraficantes más importantes, el fidelismo y las narcoguerrillas de las FARC.
Curiosa coincidencia esa de los narcos tradicionales, salvajes asesinos sin ideología que usan niños como sicarios, y los revolucionarios marxista-leninistas de las FARC, imitadores del castrismo y dedicados ahora a la droga.
Las izquierdas conservan muchas reticencias sobre este Uribe, abogado de 57 años, a pesar de que desde 2002 y en sus dos mandatos, que concluirán en 2010, ha reducido notablemente el narcotráfico, las acciones de las FARC y ha ganado un apoyo popular cercano al ochenta por ciento..
España está a una extravagante distancia de Uribe, con Moratinos y Zapatero halagando a Chávez, mientras Colombia se prestigia ante las grandes democracias, lo que irrita al presidente venezolano y a Correa, que la desean postrada.
Para conseguirlo, como se ha demostrado documentalmente, Chávez ayuda a la narcoguerrilla dándole refugio y armas, incluso entregándole sofisticados misiles suecos.
En Ecuador, donde fue abatido por colombianos en su campamento uno de los jefes de las FARC, Raúl Reyes, los narcoguerrilleros pagan su refugio sustentando las campañas políticas de Correa, según reconoció públicamente el Mono Jojoy.
Ahora aparece un problema de conciencia para las izquierdas: Barack Obama –al que “debemos ayudar”, según Rodríguez Z.--reforzará siete bases militares colombianas para controlar la narcoguerrilla, el expansionismo neoimperialista de Chávez, y, más importante y poco conocida, la infiltración de jihadistas iraníes que llegan invitados a la Venezuela chavista.
Además, e inesperadamente, las grandes naciones latinoamericanas no se solidarizan demasiado con las protestas y llamados a la guerra del Caudillo venezolano, lo que podría indicar el inicio de su declive, aunque EE.UU. tampoco esté en alza.
Uribe es un gran presidente. El primero que se ha tomado en serio acabar con las FARCS porque cree que es posible desde el estado de derecho, y lo está consiguiendo (de hecho, si no fuera por la ayuda de Venezuela y Ecuador y las aspiraciones políticas de algún general ya lo habría conseguido).
Por supuesto, y por eso mismo, se le ha atragantado a las izquierdas, sobre todo a la española, que sueña con un futuro como el de Venezuela en el que no tenga necesidad de salvar la cara para continuar en la poltrona.
Publicado por: Kiko | jueves, 13 agosto 2009 en 17:05