Lo que escandaliza a los ayatolás iraníes más piadosos de las protestas contra el posible fraude electoral es la desvergüenza de las jóvenes manifestantes que retiran de la frente parte del pañuelo o del hiyab para enseñar sin pudor el inicio del pelo.
Lo consideran pornografía. Es que van provocando deseos pecaminosos en los hombres más religiosos. Hasta a los niños les hacen sentir grandes remordimientos despertándoles una sexualidad reservada solamente al matrimonio, dicen.
En Occidente no entienden estas pasiones, ni por qué la mujer debe velarse, cuanto más ampliamente, mejor: es muestra de sumisión, respeto, honestidad y pureza hacia Alá, hacia el hombre de la familia, y hacia los demás hombres, que son humanos y tienen instintos fieros que no deben aguijonearse.
Si un creyente pierde el control por la provocación de una mujer no debe acusársele después de violación. En el chiísmo pueden forzarla a casarse con él en una boda de unas horas para, después de usarla, golpearla o matarla, porque él fue la víctima.
Estos desahogos están practicándolos numerosos Guardianes de la Revolución con las manifestantes detenidas, pero poca gente en Occidente le presta atención, ni siquiera las feministas.
“Irán no es como los países de infieles donde las mujeres pasean desnudas por las playas, y en los que los hombres se mueven entre ellas como vegetales demostrando que el abandono de Alá les ha hecho perder el instinto viril, lo que está provocando su extinción”, según numerosos imanes.
Allí, los hombres deben ser “hombres de verdad”. La cabellera que sale del pañuelo o del hiyab los descontrola por ser incitación pornográfica demoníaca, como indican los ayatolás más santos.
Hay periodistas occidentales que evitan describir esta mentalidad por temor a que los acusen de islamofobia.
A veces pienso en la cantidad de hombres islámicos que tendrán problemas de eyaculación precoz, problemas de erección, homosexualidad o bisexualidad reprimida, y en la falta de placer sexual con el que muchas mujeres islámicas han de vivir su desagradable vida familiar... con esas mentalidades de "machos" barbudos, que no abren un libro que no sea el Corán, poco o nada creo que se pueda progresar.
El Islam es una enorme piedra de freno en la mentalidad de mucha gente. Solo los islámicos más moderados consiguen avanzar, pero son minoría y suelen tener problemas y enfrentamientos con una gran mayoría mucho menos tolerante.
Como ejemplo quisiera poner a mi amigo Mohammed, de origen marroquí, que vive cerca de mi en Queens, NY. Entre otros bellos detalles, tiene el llevar a su esposa una rosa al menos una vez a la semana por la mañana al llegar a casa (trabaja en el turno de noche) y se la pone en el pecho al despertar. El bebe vino (le gusta mucho el vino español) y además a veces come cerdo. En una ocasión, caminando por Jackson Heights tubo una violenta discusión con otros islámicos que le increparon por llevar un par de botellas de vino en una bolsa camino de casa. Su tamaño físico estoy seguro que le ayudó a terminar la discusión de forma positiva para él.
Un saludo.
Publicado por: Gaspar Payá | lunes, 27 julio 2009 en 19:11