Manuel Berlanga, obrero en paro sin antecedentes penales, quiso atracar la semana pasada en Málaga un salón de juegos amenazando con un cuchillo al encargado y a varios clientes, pero estos se le enfrentaron hasta que huyó seguido por los gritos de “¡Al ladrón!”
Berlanga, de 37 años y padre de dos hijos, corrió unos 800 metros hasta que dos perseguidores lo acorralaron, lo lapidaron y golpearon su cabeza con piedras hasta desfigurarlo.
Los homicidas eran unos marroquíes que habían visto en la calle la persecución, a la que se unieron hasta encabezarla, febriles y entusiasmados. Tenían antecedentes como pequeños delincuentes.
Mientras lo otros quedaban atrás, los marroquíes apedrearon a Berlanga hasta que un certero adoquín hizo que sus 180 centímetros de estatura se desplomaran. Entonces, se lanzaron sobre él y lo machacaron como en el horrible y ancestral rito religioso de la lapidación.
En este suceso hay dos elementos primordiales: el primero, que la necesidad de dinero le hace creer a algunas personas de pocas luces que la delincuencia es buena solución para obtenerlo.
El segundo, es el de la difícil integración de personas para las que brutalidades como el linchamiento y la lapidación son normales según su religión o las costumbres de los lugares de donde proceden.
Recientemente, el Supremo redujo al mínimo la pena de un pederasta que mantuvo relaciones sexuales con una niña de 11 años. Encontró disculpa en su origen y tradiciones, y lanzó así el mensaje de que algunos delitos lo son menos si los cometen extranjeros.
Los abogados de los linchadores podrán alegar, pues, que la lapidación de Berlanga obedeció a su interpretación de la Sharía, la ley islámica, y que sus penas deberán ser pequeñísimas.
Siempre que paso por su blog encuentro cosas nuevas y muchas corroboran lo que yo mismo se con certeza. Yo soy melillense y conozco bien lo que representan las piedas y usarlas como señal de desprecio y odio en la mente mahometana. No había leído en ninguna parte una explicación de este asesinato tan clarividente, por lo que le doy la enhorabuena.
Publicado por: Ignacio Cáceres | miércoles, 03 junio 2009 en 17:30