No son de fiar los políticos que exhiben demasiada espiritualidad, como los terribles y omnipresentes islamistas; o, en occidente, los cruentos pero ya desaparecidos, Franco o Pinochet, de misa en novena.
No son de fiar los entregados al paganismo y a las supersticiones, una forma de espiritualidad, como Hitler; ni los que con fanatismo ateo y laicista, expresión más espiritualista que materialista, asesinaban a sus herejes. Es el caso de Stalin y Mao.
También hay políticos muy espirituales, muy cristianos en el sentido más genuino, que resultan santos pánfilos al anteponer su buena fe al frío racionalismo que exige gobernar.
En su discurso en la universidad Al-Azhar --cuna del jihadismo moderno y cuyo rector equiparó en una fatwa a los “infrahumanos” judíos con los cerdos--, Barack Obama se presentó como hombre religioso más que como presidente de su país para lanzarle un mensaje piadoso al mundo islámico.
Nombró cerca de una docena de veces a Dios y a Alá, y aquello recordaba cualquier oficio en su antigua Trinity United Church of Christ, de Chicago, o alguna de las homilías angelicales de Jimmy Carter y que a punto estuvieron de convertir EE. UU., además de en hazmerreír mundial, en rehén para siempre del Ayatolá Jomeini y de la entonces casi hundida URSS.
Un imperio poderoso, la Roma contemporánea, no puede pedirle perdón por su racionalismo occidental a los totalitarios regímenes políticos y teocracias de los 57 países islámicos entre los que no hay ni una sola democracia verdadera, ni libertad ideológica y, menos, religiosa.
Estos discursos del buen corazón, febles, emotivos, subyugantes, bien modulados, típicos de los púlpitos y elaborados con el arte de la homilética, a la larga suelen resultar peligrosos.
Igual que la espiritualidad ideológica, una forma sectaria del taimado laicismo, de Rodríguez Z., formado en colegios de religiosas de León que le enseñaron una dialéctica de tarima monjil, falta de brío y santurrona.
A ver a dónde diablos nos llevan estos místicos.
Don Manuel, es usted magistral. Leí parte del discurso de Obama en el Cairo, sentí que era una traición ideológica e histórica a Occidente. Su defensa del uso del velo por la mujer Islámica fue aberrante.
Yo también me preocupo, y mucho, por el rumbo que toma el mundo en manos de estos hombres aduladores de tantos seres y dioses inferiores...; tan alejados de la Diosa Razón.
Resaltar la frase final de su tercer párrafo. Un gran Post Sr. Molares. Insisto, se le debería de leer a usted en el New York Times, o en cualquier otro diario de proyección Internacional. Debería usted de tener en ellos una columna. Hace falta que sus opiniones sean leídas.
No es animo de adular, es desesperación y rabia al ver la ceguera de los demás, y sus columnas alumbran con racionalidad.
Un saludo.
Publicado por: Gaspar Payá | viernes, 12 junio 2009 en 02:05