Pese a las campañas propagandísticas del Gobierno para que se acepte que las menores de edad aborten sin permiso familiar, el 64 por ciento de los españoles y el 56 por ciento de los votantes socialistas, rechazan la propuesta.
Lo indica una encuesta de Metroscopia, encargada por “El País” y publicada pese a ir contra sus insistentes tesis proabortistas.
Tras otros sondeos con resultados similares se ve que además de los curas o de Mayor Oreja hay gentes comunes que se oponen al ataque de Rodríguez Z. a la patria potestad de los padres de cualquier menor.
Dentro de esos porcentajes debe haber numerosos laicistas agnósticos o ateos que callan su rechazo al aborto en esas condiciones. Y que le dejan el monopolio de la protesta a creyentes melifluos y de voz lacrimosa que llegan más lejos aún al denunciar como asesinato el uso de la píldora del día después con prescripción médica, aún entre mujeres mayores de edad.
Resulta así que las personalidades de mentes más abiertas hostiles al proyecto de Z. callan acobardadas temiendo que las comparen con clérigos, sin enfrentarse al supuesto progresismo de quienes equiparan con lenguaje chabacano a niñas abortando con “ponerse tetas”.
Por otra parte, además de no plantear sus objeciones públicas a la usurpación del papel familiar que quiere emprender este Gobierno de conducta irreflexiva y hedonista, tampoco se atreven a proponer un debate ético sobre el aborto mismo.
Acto quirúrgico que antes aceptaba la gente más liberal porque las cámaras de televisión y las ecografías carecían de sensibilidad para observar claramente la evolución del feto.
Las nuevas tecnologías permiten verlo ahora con muy pocas semanas, cuando empiezan a masacrarlo: ese mínimo ser con formas ya totalmente humanas hace gestos que parecen de desesperación, de dolor, de deseos de huir de los instrumentos que lo absorben y trituran.
¡Que bonito su último párrafo Sr. Molares!
No lo entiendo. Hay gente que dice: "es mi cuerpo, hago lo que quiero". Son dos cuerpos unidos; un cuerpo (madre) desarrollando al otro (bebe). Cuando se ha formado lo suficiente y ya puedo tener cierta autonomía lo expulsa de forma natural, mientras lo sigue alimentando con la lactancia... siguen unidos. Hermoso milagro natural, que ocurre por todas partes, a todas horas. Es increíble.
Pero hay demasiados ojos miopes para ver tantos minúsculos detalles de la naturaleza que nos rodean, para entender sus conexiones. Y ciegas mentes para poder imaginarlos.
El aborto ha sido por muchos siglos el único medio que muchas sociedades primitivas tenían para poder asegurar su subsistencia. Nada que decir al respecto. Muchas sociedades de la Europa del este, enfriadas por un comunismo atroz, no vieron otra forma de detener embarazos que no fuera esa. Decididamente era mejor que no nacieran a tener que mirarles a los ojos y afrontar las consecuencias. También lo entiendo, y guardo un profundo silencio ante ello.
Pero hoy día, en los países occidentales, con todos los medios anti-conceptivos que existen (preventivos, no hablo del DIU, ni de la entrega libre e indiscriminada de la píldora del día después), es para mi un desprecio a la vida humana el uso indiscriminado del aborto como solución, al fruto natural que las relaciones sexuales conlleva.
Después de respirar, alimentarnos y descansar, el sexo es el estímulo más fuerte al que los humanos nos enfrentamos. Condiciona gran parte de nuestra vida, de nuestras relaciones sociales... Es muy importante, desde un punto de vista humano, poder disfrutar con madurez de una vida sexual libre y satisfactoria. Pero hay que saber respetar la enorme importancia que el fruto de esa poderosa maquinaria natural genera: Vida Humana.
Un saludo.
PD - Como hombre, si una mujer de mi quedara embarazada, sentiría que lo que en ella se desarrolla también tiene parte de mi. Es también mi hijo /a. No entendería que mi opinión no contara.
Publicado por: Gaspar Payá | jueves, 04 junio 2009 en 21:03