Pocos políticos han recibido en su vida un laudatio tan apasionado como el que le dedicó el poderoso empresario Juan Miguel Villar Mir al ministro de Fomento y vicesecretario general del PSOE, José Blanco.
Villar Mir, vicepresidente del Gobierno con Arias Navarro tras morir Franco en 1975, fue alto funcionario de aquél régimen, aunque enseguida fomentó entusiásticamente la democracia.
Ya en 1987, y pagando el precio simbólico de una peseta, compró una constructora arruinada, la levantó y creó un imperio con ladrilleras, mineras, cementeras y otras industrias.
El Foro Nueva Economía, que organiza encuentros de políticos nacionales e internacionales con empresarios, tenía este jueves a José Blanco como invitado, y a Villar Mir como presentador.
Qué admiración mostró el industrial, con sus dos ingenierías hacia el político sin títulos, innecesarios quizás porque tiene “inteligencia natural y capacidades excepcionales”.
Era una lluvia inacabable de adjetivos grandilocuentes que aprobaban los grandes constructores asistentes con aplausos supuestamente espontáneos.
Y continuaba Villar Mir: Blanco es brillante, perspicaz, clarividente, analiza un proyecto con sabiduría sagaz, es justo y coherente.
Además, matizó maravillado, tiene poderes proféticos, como cuando anuncia con mucha antelación los inesperados triunfos de Rodríguez Z.
Así fue la descripción del viejo patriarca, 78, que dijo quedarse corto presentando al virtuoso ministro socialista, 47.
Seguro que en este juicio no influyó, ni siquiera ligeramente, que Villar Mir posee una mina en Galicia en pleitos con Fomento desde Magdalena Álvarez y cuya continuidad depende de Blanco, y que su Ministerio reparte entre constructores casi 20.000 millones de euros anuales.
Alguien tan dotado, claro, merece la admiración de un sector económico que ama la ideología de quien manda. Antes dijeron algo parecido de Álvarez Cascos y de Magdalena Álvarez, a la que hasta le dieron un premio que le provocó emocionados gritos de alegría.
Pobre derecha, pobre PP, con sus aliados natutrales, los capitalistas, convertidos en entusiastas agradadores de socialistas.
Ha descrito Vd. maravillosamente un momento bochornoso al que yo también asistí. Tiene usted un fino humor.
Publicado por: RMS | sábado, 06 junio 2009 en 20:50