La noticia tuvo poco eco en los medios informativos respetables. Debió parecerles irrelevante que la Asamblea General de las Naciones Unidas hubiera cambiado el título del Día de la Tierra, por el del Día de la Madre Tierra.
La ONU dedica casi todas las jornadas del año a una idea: el sida, el hambre, la malaria, la paz, e incluso internet, y el de la Tierra venía celebrándose cada 22 de abril desde 1970 a iniciativa de científicos naturalistas.
Pero precisamente en esta última fecha se sustituyó la efemérides por la de la Madre Tierra, cambio que obedeció a una propuesta del presidente boliviano, Evo Morales, cuya retórica indigenista logró el apoyo de unos embajadores en la ONU de buena parte del mundo aburridos, irreflexivos y paternalistas con “el buen salvaje”.
Se salió de la razón y se entró en un místico sincretismo religioso, mezclando cierto marianismo –María, Madre de Todo el Universo--, con ritos indios supuestamente precolombinos, el espiritualismo de la “new age”, la Era de Acuarius, la astrología, las piedras mágicas o chakras, los cultos druidas a los árboles y las ensoñaciones que produce la coca.
La nueva Madre Tierra pasó desapercibida entre la información habitual, pero quienes se dedican al esoterismo, las paraciencias y la superstición la presentan como un triunfo histórico.
Los ritos de Morales dedicados a la Madre Tierra y al Padre Sol vestido de sacerdote aborigen en los Andes bolivianos mientras mastica coca –es un líder cocalero-- son vistosos, pintorescos y folclóricos.
Pero que la ONU sustituya una efemérides de origen científico por otra dedicada al pensamiento primitivo y mágico, rival de la ciencia y contrario al pensamiento racional, sólo estimula el renacer de nigromancias y brujerías tribales para reesclavizar a las gentes más cándidas e ignorantes.
Mundo este ...
Publicado por: Gaspar Payá | martes, 28 abril 2009 en 18:15