La noticia más extensa publicada en marzo sobre España por el New York Times tuvo poco que ver con el anuncio de la retirada de los soldados de Kosovo a espaldas de los aliados, o con la visita de los Príncipes con a una importante misión comercial.
No: era un largo texto sobre toreros, sobre la medalla de las Bellas Artes concedida a Francisco Rivera Ordóñez, seguida de la devolución de la misma distinción de Paco Camino y José Tomás, otros ganadores anteriores, como protesta contra este hijo de Paquirri.
Una reciente encuesta del Real Instituto Elcano, centro de análisis bastante prestigioso, reconocía que España seguía siendo más conocida en países como EE.UU. por los tópicos de los toros, el flamenco y el sol –bueno, ya no aparecen las moscas—que por su política internacional o sus avances sociales o técnicos.
Obama pincha a sus ciudadanos diciéndoles que “hasta España emplea energías limpias”, pero ni siquiera la invita a una reunión en Washington para discutir con una veintena de países el futuro mundo “verde”.
No salimos del tópico. La noticia parece centrarse en si los hermanos Rivera Ordóñez son más o menos toreros o más guapos porque uno de ellos, Cayetano, es también modelo para Armani, o porque Francisco estuvo casado con una hija de la Duquesa de Alba.
Lo descorazonador no es que España aparezca como país apasionado por discusiones sobre toreros más o menos guapos, de mayor o menor estirpe de matadores o de aristócratas.
Lo deprimente es el título de país de barbarie, del goce de la sangre fresca como espectáculo y de la crueldad con los animales que le dan en sus cartas unos lectores que, seamos tópicos también, se asustan poco con la sangre humana.
Lo lamento, no he entendido bien el último párrafo, puede alguien explicarme quienes son esos lectores en la frase "que le dan en sus cartas unos lectores, que seamos tópicos también, se asustan poco con la sangre humana"; se refiere a los lectores del New York Times?
Gracias.
Publicado por: Gaspar Payá | miércoles, 01 abril 2009 en 19:25