Todos los exfumadores recuerdan su larga y angustiosa lucha contra el hábito, la impaciencia que sufrían, el síndrome que provoca temblores, exasperación, discusiones y peleas con amigos y familia, y que induce a producir accidentes de tráfico.
Pues prepárese el mundo para cualquier situación anómala: el presidente electo de EE.UU. está tratando de ser un exfumador, como George W. Bush es un exalcohólico nada anónimo.
Miguel Higueras, periodista, escritor y cordobés washingtoniano, es decir, alguien que llenó de sabias sentencias la capital del mundo, le ha enviado a Barack Obama un amistoso mensaje advirtiéndole que, en sus circunstancias, y antes de dejar el tabaco, es mejor que renuncie a la presidencia de EE.UU.
Porque si abandona el humo por corrección política –un presidente fumador está mal visto-- lamentará siempre su falta de audacia para defender el sagrado derecho íntimo y personal a ser como desee.
Podría añadirse que si no defiende un derecho básico, difícilmente tendrá la valentía de enfrentarse a los enemigos de su país, mucho más difíciles de controlar.
Por lo que Higueras le propone a Obama que “el 20 de Enero deje plantados a todos, por muy endomingados que se hubieran ataviado, en las escaleras del Capitolio”.
Obviamente, Obama no seguirá tan sabio consejo. No va a defender su amor al tabaco. Traicionará sus principios, porque empezó a fumar voluntariamente y lo deja ahora porque le obligan.
Terminará cínico, explicando su relación con el cigarrillo o el puro como Clinton con la marihuana: “La fumé, pero no inhalé el humo”.
Hasta que aparezca una becaria Lewinsky podríamos tener a un caballero que juguetea con la llave de las bombas atómicas dominado por malos humos, fácil irritabilidad, que se peleará con su mujer e inevitablemente con medio mundo.
Mi consejo a Obama, en tal caso, es que siga fumando tranquilamente y lo explique en el lenguaje Maleni, ese que utiliza una miembra gobernante para explicar las "sostenibilidades de la movilidades estructurales en la interculturalidad de las integradas en las articulaciones de la diversidad. Por ejemplo.
Y que le va muy bien para disimular todo y echar la culpa a otros.
Publicado por: Tellagorri | miércoles, 14 enero 2009 en 17:52