En esas colas con millares de cubanos pidiendo la nacionalidad española para huir de allí hay descendientes de quienes escaparon del franquismo en la década de 1960 para hacer la Revolución, y que viven la pesadilla de una dictadura peor y más pobre que la de España de hace de medio siglo.
El 1 de enero de 1959 el dictador Fulgencio Batista huía de La Habana y Fidel Castro preparaba en Santiago de Cuba, a 995 kilómetros, su triunfal toma del poder.
Tras una semana de gira apoteósica por el país, llegó el día 8 a La Habana, donde pronunció su primer gran discurso en el campo militar Columbia.
Ocurrió algo portentoso: tres palomas revolotearon a su alrededor y una se colocó en su hombro derecho, lo que, para una población impregnada de sincretismo cristiano y afrocubano fue una señal divina.
El régimen aprovechó el portento, que no era tal: las aves hacían siempre igual para recibir comida.
Entonces nació la Teología de la Liberación, dijo una vez el cura sandinista, hoy discrepante, Ernesto Cardenal: “El Espíritu Santo iniciaba una epifanía posándose sobre Fidel”.
Apareció una revolución romántica, joven, hostil a la mafia dueña de fastuosos cabarets y salas de juego habaneros.
Pero vinieron los fusilamientos masivos, la sovietización, la policía secreta, la caza de disidentes y homosexuales, las torpes nacionalizaciones y el embargo estadounidense, sólo evitable pagando indemnizaciones por los bienes incautados.
La propaganda ya no puede ocultar la miseria, la corrupción, la prostitución masiva. Aquello es todo lo contrario de la Cuba que esperaban los españoles que marcharon a ayudar en la Revolución, y de los que, menos exaltados, quedaron y se dejaron barba para testificar su admiración hacia Fidel. Muchos quisieran, pero ya no pueden imaginarse afeitados.
Muy esclarecedor y oportuno este artículo; únicamente me permito apostillar, sobre la persona de Ernesto CARDENAL, Y TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN EN GENERAL, que S.S Juan Pablo II en su visita a Nicaragua en 1983, creo recordar, dirigió, a su llegada al pais, en el mismo aeropuerto, unas severas palabras de condena a este clérigo.
Publicado por: F.J. | sábado, 03 enero 2009 en 11:41