Aunque le disguste a los apóstoles de la diversidad y el multiculturalismo, no es igual una sociedad con 41 millones de personas de las que sus 20 millones de hombres han matado a 40 mujeres en 2008, que otra de cinco millones, cuyos 2,5 millones de hombres matan a 37 mujeres ese mismo año.
Si a los primeros les llamáramos A y a los segundos B nadie se negaría a investigar por qué por cada asesino A hay ocho asesinos B.
Pero si los A son españoles y los B inmigrantes, debe ocultarse: decirlo es xenófobo y racista según el multiculturalismo, doctrina para la que cada grupo social debe mantener su diversidad cultural.
Y que prohíbe explicar, para no estigmatizar, que hay lugares con tal violencia machista que en ellos se practica un feminicidio generalizado, manifestado incluso en el folclore.
En El Salvador, por ejemplo, que tiene 5,7 millones de habitantes, poco más que la Comunidad Valenciana, y una superficie similar, se produjeron 347 asesinatos de adolescentes y mujeres solamente en 2007.
Hay innumerables ciudades latinoamericanas, de oriente medio y norte y surafricanas con 165 asesinatos anuales por cada 100.000 habitantes, más de la mitad mujeres.
Una violencia que viaja con los inmigrantes sin que los países receptores hayan elaborado planes para prevenirla: únicamente la castigan una vez ejecutada.
Resulta que es xenófobo denunciar el crimen en grupos sociales determinados, pero se hacen campañas antiviolencia apuntándonos con el dedo a todos los hombres como machos asesinos.
Hace pocas décadas en España se simpatizaba con el crimen pasional porque “esa mujer era mía”, pero la sociedad ha cambiado radicalmente el último medio siglo.
Ahora el feminicida ya no es simpático, aunque hay numerosas nacionalidades cuya cultura lo presenta como persona de honor y los multiculturalistas exigen ocultarlo.
Amen a todo.
Publicado por: Tbone2009 | domingo, 04 enero 2009 en 19:08