Más que emerger de sus tumbas para asustar, estos días salen de ellas nuestros políticos gubernamentales para decir que España “es un caso del que deben aprender los demás”, según la vicepresidenta De la Vega, porque “somos la octava potencia mundial”, asegura José Luís Rodríguez Z, y, como dictamina José Blanco, “no sólo debemos asistir a la Cumbre de Washington, sino marcar su camino”.
Esta gente, que ni siquiera conoce las estadísticas, repite los eslóganes franquistas con los que se compensaba la falta de libertades propagando que “Como en España, ni hablar”, la canción de Vicente Marí popularizada por Antonio Molina en 1954,
Ahora hay libertad y, asombroso, mucha gente sigue creyéndose estas fantasmagorías, aún sabiendo que España es el país de la UE con mayor paro, el 12 por ciento, cinco veces más que Dinamarca o el doble que el de esa Italia de Berlusconi que tanto menosprecia Rodríguez Z.
La temporalidad laboral española es casi del 40 por ciento, cuando en Irlanda es del tres o en el Reino Unido del seis, y los contratos eventuales llegan aquí al 35 por ciento, cuando en Francia son del 3,5 o Italia del 3,7.
El déficit exterior es el mayor del mundo, la inflación, la mayor de Europa, la competitividad ha caído al puesto 17 de la UE, y tras doce años de expansión iniciamos una ruinosa recesión.
Más descorazonador: sigue habiendo 8,5 millones de pobres, como hace diez años.
Comparativamente, pues, todo va peor, pero ellos quieren fantasmear en Washington. No esperan aprender de quienes están mejor, todos los países del primer mundo, sino “enseñar socialdemocracia y cómo debe reformarse el sistema económico mundial” según la vicepresidenta.
Tiempo de fantasmas en un país de Halloween y Santa Compaña.
Como en la España de Franco, donde todos los medios de comunicación eran afectos (y algunos serviles) al régimen, en la España de ZP el pueblo es informado de lo que interesa en las cadenas de televisión que tiene a bien conceder el gobierno de Su Majestad Republicana. Vivimos en una democracia infecta y demagógica, donde sólo está bien visto el pensamiento progre y buenista (esto incluye al PP hipócrita y timorato), según el cual somos el asombro del orbe y ejemplo y camino de salvación del planeta. Lo malo es que, cuando nos despertemos de esta pesadilla, y a diferencia del post-franquismo, nos habremos dado el batacazo de toda una historia y, probablemente, habremos cambiado tanto que ya no nos reconoceremos, ni nosotros mismos ni la madre que nos parió. "Miré los muros de la patria mía / Si un tiempo fuertes ya desmoronados / De la carrera de la edad cansados / Por quien caduca ya su valentía". ¡Ay, España, España!
Publicado por: Saguntino | domingo, 02 noviembre 2008 en 19:31