-- Os dije que lo lograría, que iba a estar en Washington aunque fuera en la silla del secretario de Sarkozy. Habrá una veintena de discursos pomposos, entre ellos el mío, y Bush ordenará qué debemos hacer. Vale. Pero saldré sonriendo en muchas fotos y en las televisiones mundiales, quizás cerca de Obama.
-- Jefe, que le pagaremos carísimo a Francia el reclinatorio que nos presta. Más que Carlos IV al gabacho Napoleón, que terminó invadiéndonos…
-- Desconocía esa historia. Pero no me vengáis con tonterías del pasado.
-- Recuerda que la frase más famosa del filósofo hispano-estadounidense George Santayana dice: “Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”.
-- No, esa genialidad tiene que ser de Suso de Toro. O de Philip Pettit, mi extranjero predilecto en cuyo honor seguramente Sarkozy me prometió una “Petite, Petite Chaise”. ¿Qué significan esas palabras?
-- “Silla pequeñita”, jefe. Por la que los franceses nos exigirán que cedamos nuestro protagonismo en Latinoamérica y/o facilitarle allí la penetración de sus empresas.
-- Lógico: quien algo quiere, algo le cuesta. Yo estaré en Washington, que es de lo que se trataba, aunque sea de “Petite Chaise”.
-- Es que Sarko quiere que le concedamos a su país los mejores contratos, exige que le compremos su tecnología y armas, y que no le hagan competencia las empresas españolas.
-- De acuerdo, pero yo estaré en las fotos de Washington, que de mí no se ríe Bush.
-- Muy bien, jefe. Pues seremos aún más satélites de París.
-- Mejor París que Washington. Paris bien vale una silla. Además, estoy pensando encargarle nuestros asuntos a los diplomáticos franceses. Con las CC.AA. abriendo sus embajadas mundo adelante, especialmente la catalana y vasca, ya estamos bien representados.
Ja, ja, ja, ja, es usted genial :)
Publicado por: Gaspar Payá | domingo, 09 noviembre 2008 en 18:49