Tenemos por España a Al Gore, el Profeta del Apocalipsis Climático (PAC), y si aceptamos su milenarismo puede tentarnos imitar a quienes, ya desde 1968, se pegaban un tiro, se ahorcaban o se lanzaban por una ventana antes de que llegaran Los Últimos Tiempos, el cercano fin del milenio y el inicio del nuevo.
Milenarismo que nació con el informe del Club de Roma afirmando que el planeta no podía alimentar ya ni una persona más de los 3.500 millones de habitantes de entonces, y que todos moriríamos de hambre. Ahora hay 6.700 millones y menos hambrientos que en aquellos años.
Aquel susto angustió a los más concienciados durante algunos años hasta que se anunció que el mundo de congelaba, ya mediados los 1970, lo que provocó nuevos y terribles temores, siempre entre las personas más sensibles.
El gran miedo universal al contagio de una enfermedad asesina comenzó cuando se identificó el SIDA, en 1981. Decenas de personas se mataban porque temían padecer aquella peste, señal del cielo contra el pecado.
Antes de la actual gripe aviar que nos aterrorizará próximamente, vinieron las vacas locas, y en el Reino Unido, entre el pánico general, hubo vegetarianos que se tiraban a los trenes “para dar testimonio” del fin del mundo como mártires y sacerdotes de esa religión ecologista que prohíbe comer animales muertos.
Milenarismo lapidario: el Efecto 2000. El planeta paralizado. Los ordenadores enloquecidos, coches, trenes y aviones chocando, las ciudades sin alimentos. Terminaríamos haciéndonos caníbales.
A la vez, desaparecía la capa de ozono. Seríamos corderos al espeto, desprotegidos, abiertos y asados. Había quien se suicidaba tras asesinar a su familia para no sufrir la Condenación Final, el Infierno.
Son antecedentes ya olvidados. Hay que asustar permanentemente al mundo. Ahora, sufrimos las Angustias PAC, con las de unos científicos de la ONU cuyos informes sufren deserciones y creciente descrédito.
Durante ocho años, entre 1993 y 2001, el exvicepresidente de EE.UU. nada hizo para evitarnos el holocausto climático. Pero, con sus premios Nobel y Oscar, cobra 200.000 euros por cada predicación apocalíptica en Bilbao o Sevilla.
Aunque comienza a desinflarse ese carísimo “gore” –terror sangrante, en inglés—del PAC Gore.
Para alegría del catedrático de Física en Sevilla primo de Rajoy, van a participar en un ciclo de conferencias entre este 22 de octubre y el 15 de diciembre en la Fundación Rafael del Pino, en Madrid, acreditados científicos escépticos como Fred Singer, Patrick Michaels, Richard Lindzen o Antón Uriarte: para ellos los cambios climáticos son fenómenos naturales, no antropogénicos.
Toda la propaganda que se acumula sobre el cambio climático que se está produciendo surge de unos seudo-científicos, que ya han sido denunciados por los auténticos, y que lo que persiguen es impedir la industrialización de Africa y la destrucción de la existente en Europa y USA.
Basta con ojear unos pocos datos aportados por científicos serios y que resumidos son :
- En el último siglo tanto la superficie arbolada como el número de árboles en el planeta no ha dejado de crecer. Las plantaciones humanas no explican el suceso. No olvidemos que el CO2 es el alimento que utilizan las plantas para producir oxígeno.
- Los eco-progres hablan del 1,5% de la superficie de la Antártida que pierde volumen de hielo.
No mencionan el otro 98,5% que lo gana año tras año.
- Los mismos se alarman ante el centenar de glariaces que se están deshelando pero no dicen nada del resto de más de 160.000 glaciares que existen en la tierra y que permanecen impertérritos.
- El desierto del sahara está reduciendo su superficie año tras año.
- Tampoco dicen que la prohibición del DDT condena a la muerte a 10 millones de personas cada año.
Y nadie en el mundo político quiere mojarse diciendo la verdad porque la propaganda de los ecolo-comunistas y sus millonarias campañas les dan miedo.
Aconsejo leer http://tellagorri.blogspot.com/2007/12/el-debate-debe-de-ser-cientfico.html
Publicado por: Tellagorri | lunes, 20 octubre 2008 en 20:00