Bernat Soria, el ministro de Sanidad, quiere elaborar una ley que facilitará el suicidio asistido, mucho más que la eutanasia, lo que resulta un magnífico proyecto merecedor de todos nuestros parabienes.
Porque ayudará a morir a tanta gente y liberará de tantos gastos a la Sanidad que después nos sobrarán medios para atender al resto de los ciudadanos.
Dice Soria que ser dueño del propio cuerpo es socialista. Aunque luego su Gobierno nos impone leyes coercitivas: conducir con cinturón de seguridad y prohibición de fumar en lugares cuyos dueños decidan que son sólo para fumadores.
Pero aclaremos que esas restricciones tienen razones económicas, como ha sugerido el ministro del Interior, Pérez Rubalcaba: sin cinturón de seguridad muchos accidentados quedan parapléjicos y los gastos que generan son inmensos; los fumadores sufren infartos, enfisemas y cáncer, y deben ser sometidos a operaciones y tratamientos también muy onerosos.
Como debemos ahorrarnos esos dispendios, nos conviene que se mueran los enfermos crónicos y los discapacitados facilitándoles el suicidio asistido.
Que propagaremos y estimularemos entre quienes padecen depresiones por haber tenido enfermedades, accidentes, muerte de familiares, desengañados o quedan sin trabajo.
Son ciudadanos en momentos de desesperación que quieren morirse. Debemos aprovechar su estado anímico para que se maten enseguida, no sea que se vuelvan atrás.
Cultivando esos bajones nos libraremos cada poco tiempo de tres o cuatro millones de personas que sólo nos producen molestias y gastos, y que además se quejan muchísimo.
Luego, les extraeremos el “Soma” para dárselo a los supervivientes y lograremos “Un Mundo Feliz”, como el que imaginó Aldoux Huxley.
Hace años, Bernat Soria aseguraba que estaba creando otro mundo feliz con células madre embrionarias que curaban la diabetes. Por un bluff gemelo echaron de su universidad a un científico coreano. A él lo hicieron ministro.
La ley de dependencia es incompatible con los clientes de la eutanasia. También las pensiones.
Ir con un “constipado” al hospital y decir: estoy que me muero, es más peligroso que hacer puenting en una pirámide.
Publicado por: atroma | martes, 16 septiembre 2008 en 18:57