George Steiner, profesor de Cambridge admirado en todo el mundo, ha generado un vivo debate entre los teóricos de los nacionalismos españoles por afirmar en una entrevista que sus ideologías provocan separatismos, como en Bélgica, que pueden llevar a la violencia, como en los Balcanes.
De hecho, sospecha que estimular las diferencias idiomáticas podrían generar odios étnicos, y se manifiesta desconcertado por su posible influencia en la persistencia de ETA: “El vasco es tan misterioso, muy raro, muy poderoso. Quizá por eso a alguna de esa gente le resulta imposible aceptar el mundo exterior”.
Sin embargo, Steiner justifica que se estudie en catalán en las universidades catalanas porque “es un idioma importante, con una literatura impresionante”.
Pero no en gallego: “No me lo compare con el catalán”, menosprecio que ha provocado el despecho de los nacionalistas gallegos que admiraban a Steiner.
En sus reacciones ante los medios informativos estos nacionalistas le recuerdan la literatura medieval y la importante lista de autores aparecidos desde el siglo XIX hasta hoy.
Cierto: quizás Steiner desconozca la importancia de Curros o Castelao y sepa mucho de Maragall o Fuster, pero para hacer tal afirmación debe saber que todos los gallegos reconocidos como grandes de la literatura universal escribieron en castellano.
Como la última y mejor Rosalía, Pardo Bazán, Valle, Camba, Flórez, Cela, Torrente, o buena parte de Cunqueiro.
Los nacionalistas deberían preguntarse por qué, llegado cierto punto, los que empezaron en gallego se pasaron al castellano, incluyendo a Rosalía la diosa literaria gallega.
Pero es que, además, las universidades que usan idiomas autonómicos siempre carecerán de la bibliografía imprescindible para cualquier materia, que sólo aparece en castellano u otros idiomas internacionales, situación que ninguna voluntad ni ley nacionalista cambiará.
Tampoco en universidades catalanas, pese al favorable prejuicio de Steiner, que necesitan castellano e inglés, básicamente, para todo estudio valioso.
Un idioma no es más que un vehículo para comunicarse, los idiomas no tienen derechos. Los derechos de verdad son los de las personas, y todos los días el nacionalsocialismo de perfil bajo que se extiende ya por un tercio de España conculca derechos humanos fundamentales como el de la educación en la lengua materna (y oficial tal como se reconoce en la Constitución), o la discriminación de ésta en los servicios públicos -esos mismos que se llevan el dinero de tus impuestos-. Hechos lamentables como las gestapos lingüísticas en los recreos de los escolares, la persecución y las multas a los comerciantes que rotulan en la lengua común (y oficial del estado), etc... son ya claros síntomas del incipiente nacionalsocialismo que se nos viene encima...
Publicado por: Irómeno | domingo, 31 agosto 2008 en 19:36