En el sur de Polonia, al lado de la frontera con Chequia y Eslovaquia y de la Galitzia ucraniana, está Cracovia, ciudad que parece salir de un cuento de hadas pero que una vez fue ocupada por horribles monstruos, los nazis.
En Cracovia vivían antes de la II Guerra Mundial miles de judíos, gentes de bien, intelectuales, artistas, comerciantes, artesanos, trabajadores de muchos oficios; entre ellos, la familia Bau, uno de cuyos hijos, Joseph, es el narrador y protagonista de una de las historias más terribles, conmovedoras y aleccionadoras que nunca se hayan escrito sobre el Holocausto.
Joseph Bau era un muchacho que inesperadamente se encontró encerrado con su familia en el gueto que crearon los nazis en Cracovia nada más ocupar la parte de Europa que se repartieron con otra aberración de la época, Stalin.
Joseph y los suyos penaban entre el hambre y la angustiosa huida, viendo cómo cualquier SS le volaba la cabeza a familiares y amigos porque le placía el espectáculo. Los cada vez menos supervivientes terminaban exterminados en el campo de concentración del sádico Amon Goeth, al que servían los “kapos”, judíos degradados por el miedo que denunciaban a los suyos para vivir unas horas más.
Qué libro terrible, con humo de los crematorios donde arden padres o hermanos, y también con la milagrosa supervivencia de Joseph por saber dibujar, o la aparición de Schindler, que salvó a nuestro héroe y a quien sería su mujer.
Recién publicado por Ediciones B, “El pintor de Cracovia” es una joya histórica y literaria, con prosa, versos y dibujos de Joseph, traducida por Antonio Luís Golmar, que ha un hecho trabajo magistral, pleno de sensibilidad y belleza.
Una lectura necesaria para recuperar trozos del alma, de dolor y amor, que vamos perdiendo en nuestra apacible vida contemporánea.
Libros como éste son necesarios hoy más que nunca. Por desgracia el 'odio al judío' sigue plenamente vigente en España y en Europa. Prácticamente toda la izquierda (con honrosas excepciones) y gran parte de la derecha son antisemitas.
Publicado por: Irómeno | martes, 19 agosto 2008 en 17:52