Si todavía se escribieran novelas de caballerías alguien glosaría la gesta de Jesús Neira, profesor de Teoría del Estado de una universidad madrileña, en coma tras ser agredido brutalmente por la espalda por un individuo al que le había afeado que golpeara a una mujer.
Un Amadís o, mejor, un Quijote contemporáneo. Un valiente enfrentado a dos traiciones, primero la del que lo atacó alevosamente, Antonio Puerta, cuya filiación debería recordarse en todas las crónicas sobre seres infames, y luego la de la ingrata mujer golpeada, que dijo después que Neira no tenía que haberla defendido y que el matón era una bellísima persona.
El problema contemporáneo es que, confiados en la existencia del Estado, cuya teoría enseñaba Neira, hemos perdido el reflejo ético que obliga a repudiar públicamente a los miserables.
Las leyes cumplirán mejor o peor su misión castigando a Puerta por atacar al profesor Neira. Pero después de que haya pasado por prisión, seguramente mucho menos tiempo del que merece, pocos recordarán que agredió, primero, a una mujer mucho más débil que él y, después, a traición y por la espalda, a quien la defendió solamente con palabras.
Porque lo hemos abandonado y nos falta ese sentido la justicia moral que nos obliga a despreciar ostensiblemente al bellaco.
A tipos así no los redime la cárcel: un narcotraficante es odioso, un pederasta es un ser despreciable, la hez de la sociedad común, como lo es el violador. Que no vengan con sicologías: son inmundos y debemos aislarlos.
Necesitamos tener reflejos éticos, como Neira: Iñaki de Juana Chaos ha cumplido con la ley, pero sigue siendo una bestia maligna y repugnante, y es de personas de bien repudiarla, vilipendiarla hasta que se muera.
Sí. Despreciemos al delito, pero también a ciertos delincuentes teniendo en cuenta que cuando Concepción Arenal dijo aquello de "odiemos el delito y compadezcamos al delincuente", en 1863, ella era visitadora de prisiones y lo peor que encontraba entonces era algún salteador de caminos o hambrientos ladrones de gallinas, gente mucho más honorable que estos malvados actuales.
"... hemos perdido el reflejo ético que obliga a repudiar públicamente a los miserables." (sic)
"Catalán, gallego y vasco no se estudiaban durante el franquismo, pero se hablaban, aparecían en libros y periódicos, y se censuraban sólo si atacaban al régimen o a la moral de entonces: como ocurría con el castellano,
Decir lo contrario es mentir" (sic)
"Porque nos falta ese sentido la justicia moral que nos obliga a despreciar ostensiblemente al traidor, al bellaco." (sic)
http://www.avogacia.org/w3/article.php3?id_article=284&var_recherche=galego
Publicado por: Nemigo | jueves, 21 agosto 2008 en 21:58