Parte de la prensa mundial cree que los JJ.OO. de Beijin son una reproducción de los de Berlín, de 1936, en los que Adolf Hitler logró que buena parte del público y de los atletas extranjeros levantaran el brazo ante él para hacer el saludo nazi.
Aquellos juegos, en los que el racista Hitler no quiso saludar al atleta negro estadounidense Jesse Owens, ganador de cuatro medallas, sirvieron para mostrarle al mundo un III Reich orgulloso, terrible, supremacista y dispuesto a destruir el mundo.
El Beijing de hoy no se parece en nada a aquel Berlín. Igual que algunas libertades, el poder económico del régimen excomunista que camina hacia el capitalismo crece, pero su capacidad intimidatoria y de censura disminuyen lentamente, aunque muchos extranjeros no puedan o no quieran percibir estos cambios.
Beijing no es Berlín, no, sino Madrid en 1964. El Madrid franquista que organizó aquél campeonato europeo de fútbol en el que España le ganó a la URSS y Francisco Franco entregó la copa a los vencedores y medallas a los vencidos del paraíso comunista.
Aquello también era una dictadura, pero con una enorme ventaja sobre la URSS y sobre la China de entonces: comenzaba una liberalización económica que, con las demás libertades del capitalismo, insuflaría aires democráticos poco a poco.
El movimiento de gentes y de capitales extranjeros y españoles llevó a aquella España, aún en dictadura, hasta un puesto importante entre las naciones desarrolladas y allanó su inevitable camino hacia la libertad.
Sin comunistas ortodoxos, ahora China tiene una ventaja: los chinos de ultramar, cada día más inmersos entre las élites de las naciones a las que emigraron, vuelven frecuentemente a su viejo país para invertir y contagiar lo mejor de las democracias.
"los de Berlín, de 1934"
Documéntese, señor mío...
Publicado por: Estos libeggales... | domingo, 10 agosto 2008 en 20:04