El presidente de la Generalidad catalana, José Montilla, ha abandonado su proyecto de que los niños inmigrantes vayan a aulas especiales de iniciación para que adquieran rápidamente los conocimientos de los demás antes de incorporarlos a las mismas aulas.
Nuevamente la corrección política ha podido con el sentido común, y los “Espacios de Bienvenida Educativa” previstos por la Generalidad serán voluntarios, con lo que los recién llegados preferirán estar con los niños más escolarizados, obligados a seguir el ritmo de quienes carecen de lases.
La campaña contra del sentido común no vino esta vez de la izquierda comunista o nacionalista. No: la inició el PP, la derecha, que acusó a la Generalidad de "segregar” a los niños inmigrantes recién llegados.
Para dejar tuerto a Montilla los derechistas defendieron todo contra lo que lucha su ideología: ahora quieren equiparar a los avanzados con los retrasados, lo que creará la “masa amorfa” que siempre denunciaron.
He aquí a la derecha rechazando su clásica teoría de que hay que separar los estudiosos de los menos preparados.
Y, claro, como en corrección política nadie, y menos la derecha, le gana a Z, el presidente del Gobierno se ha negado a que haya “segregación escolar”. Sólo faltaría que los conservadores fueran más progresistas que los suyos.
Se acabarán los “Espacios de Bienvenida Educativa”, como hay en EE.UU. para recibir niños inmigrantes e integrarlos enseguida Y esto ocurre cuando se impone el catalán como idioma exclusivo para la enseñanza en Cataluña, por lo que los inmigrantes que esperaban vivir en un gran país castellanohablante quedarán en uno pequeñito que hablan un idioma también mínimo.
Una nueva acción en contra de la educación de quienes quieren estudiar y mejorar, indignados ahora porque los equiparan a la gente menos preparada. Son unos egoístas, claro, que padecen la soberbia de quienes se creen listos: se vuelven reaccionarios.