Por fin llovió en parte de España pero, como siempre, los meteorólogos de televisión calificaron de mal tiempo el que aliviaba la sequía: gente de ciudad, sueña con el sol y las playas.
Hace pocas décadas los españoles se informaban de la climatología, pero también de la economía, consultando a campesinos y a marineros según las zonas donde estuviera.
Va a venir bueno, con lluvias, decía el paisano necesitado de riego. El marinero anunciaba que sería malo, porque el temporal le impediría salir a faenar a la mar.
El refranero afirma que “nunca llueve al gusto de todos”, y tanto para el clima meteorológico como para el de la política, España sigue dividida entre campesinos y marineros.
Empieza a gobernar por segunda vez Rodríguez Z y para media España eso es bueno, y para la otra media, malo: para unos sequía, y para otros lluvia, aunque se desconoce quién es cada uno de ellos.
Todo advierte que estamos ante una gravísima crisis económica de la que Z y los suyos culpan a EE.UU., y a la antipatriótica oposición. Que es como atribuirle al maquinista la avería de un tren: nos hemos montado en una vía económica dirigida hacia América y ahora no podemos tomar otro camino.
También culpamos a EE.UU. del llamado calentamiento global, como si el clima no tuviera ciclos así desde que el planeta existe.
Pero supongamos que hay tal calentamiento, seguramente debido a la actividad solar y no a la humana, y que toda España se vuelve como California, Forno de Calor, como la bautizó el portugués Juan Rodríguez Cabrillo.
Con Z, España cayó de la octava potencia económica a la decimoprimera, y California, por si sola, es equivalente a la cuarta economía mundial: sus gentes aprovechan la meteorología.
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