Las peleas que se dan entre las fuerzas del laicismo y las de la tradición cristiana, especialmente católica, serían presentadas durante el franquismo como las de Satanás contra Dios, pero se ha invertido la relación de poder y el viejo dogmatismo religioso se agita agonizante ante el nuevo dogma que exige anular una historia y una cultura bimilenarias.
Hace unos días los medios autoproclamados progresistas protestaron irritados porque en la toma de posesión del nuevo Gobierno había una biblia y un crucifijo al lado de la Constitución sobre la que prometían fidelidad al Estado.
Dos símbolos que aparecen en prácticamente todo Occidente para recordar su origen judeocristiano: la Biblia suma las partes judaica y cristiana de ese mundo, y el crucifijo simboliza una doctrina que gestó la mayor parte de nuestra historia y bellas artes: literatura, pintura, música, escultura o arquitectura.
El elemento de valor político real, la Constitución, es la contemporaneidad, pero también el recuerdo de la democracia, nacida en Grecia.
Estamos en tiempos iconoclastas, en los que rechazamos nuestros iconos y símbolos de identidad cristiana como si nos los impusieran, como ocurría en aquella infausta relación entre Franco y Roma.
Menospreciamos el pasado, sin relativizar la dictadura, que ocupó un tiempo muy limitado en dos milenios.
La realidad es que heredamos una historia que, a pesar de dogmas e inquisiciones, gestó la civilización más brillante, justa, humanista y racional de la humanidad.
Que en demasiadas ocasiones se excede exhibiendo símbolos religiosos en lugares públicos, como en las escuelas, con lo que provoca una reacción airada de los laicistas.
Pero en el caso de una jura o promesa de gobierno una cuz y una biblia no deben ser tomadas como exhibición religiosa, sino de una cultura, de fidelidad a un pasado que nos trajo hasta aquí.
Paradójicamente, alabamos los símbolos de otras culturas y creencias que poco han aportado al avance de sus miembros, y cuya ciega y frecuentemente violenta religiosidad fue rechazada por nuestro mundo hace varios siglos, especialmente tras la proclamación de los Derechos del Hombre.
Pedimos respeto para las costumbres bárbaras y sus iconos históricos alegando que son cultura, y tratamos de destruir la nuestra, tan avanzada.
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Como extensión de esta crónica, en la que algunos comentarios hablan del convenio entre la Comunidad de Madrid y el Arzobispado de Madrid sobre la presencia de sacerdotes en los hospitales, recomiendo la lectura del artículo "Descargar la_enfermedad_del_dogmatismo.doc
" publicado el 29 de abril en el diario El País en la página 44.
Es una Tribuna Sanitaria por Pablo Simón Lorda, profesor de Bioética d la Escuela Andalua de Salud Pública en Granada.
¿Origen judeocristiano?
¿Occidente antes de cristo no existia? ¿esa parte no tiene origen? ¿las religiones y culturas nordicas, celtas, germanas, romanas, no han influido?
¿La biblia como simbolo de cultura? Un libro de apologia de crimenes de guerra, asesinatos, quema de ciudades y que ha sido usado como excusa para el asesinato de millones de personas, ¿es cultura?
¿Porque la influencia romana en españa es mas importante que la celta?
¿Porque ganaron militarmente la guerra? Porque escriben la historia vamos y lo siguen haciendo en los libros de texto de los colegios de hoy dia donde se exalta lo europeo sobre todo lo demas, y dentro de lo europeo la grecia y roma imperial, ambas sociedades esclavistas y machistas.
Muchas culturas celtas era mucho mas civilizadas en cuanto a derechos, respeto a la mujer, etc...
Publicado por: | domingo, 27 abril 2008 en 19:45