Como tantas leyes de Rodríguez Z, la de igualdad ha triunfado como propaganda política, pero fracasado en su objetivo de contar el número de mujeres en cada trabajo para igualarlo al de hombres.
Un desengaño más: es el paradigma del Gobierno Z, aunque sus electores crean más en la publicidad que en la realidad y reafirmen que las mujeres avanzaron gracias a él.
Porque, no: resulta que entre 2008 y 2012 habrá una diputada menos que durante el machismo aznarista de la legislatura recién acabada.
Observe usted otra ley, la elaborada contra el maltrato a las mujeres: dispone de pocos más policías, jueces y medios que antes. Pero propaganda, más que los pantanos que inauguraba Franco ante el NODO.
Los hombres matan cada día más, especialmente los llegados de países con violencia supremacista. Pero se niega que haya culturas machistas para evitar la xenofobia, con lo que las bestias ni siquiera saben que lo son. Tampoco hay dinero para proteger a las víctimas.
Se crea la ley de dependencia con presupuesto mínimo para aplicarla. Tan poco, que sólo la Comunidad de Madrid dota de más peculio a sus dependientes que el Gobierno a todas las CC.AA. sumadas.
La ley de matrimonio homosexual, presentada como un paso fundamental en la conquista de la dignidad humana, sólo se distingue de las leyes de otros países o de la propuesta de la derecha española en que lleva el nombre de ”matrimonio”, pues en todo lo demás son proyectos equivalentes.
Aprobaba el príncipe Lampedusa, en El Gatopardo, “que todo cambie para que todo siga igual”. Publicidad del cambio inexistente.
Creemos que ha habido cambios revolucionarios, pero evolucionamos como cualquier especie. La propaganda nos hace felices, y Chiquilicuatro es la España gubernamental de Eurovisión camino de la Moncloa.
Chiquilicuatro es el mejor ejemplo de lo que somos como país… él realmente representa a una gran parte de España.
Publicado por: Gaspar Payá | miércoles, 12 marzo 2008 en 21:33