Para dos jovencitos sádicos de Barcelona que mataron a una indigente quemándola viva pide la Fiscalía 25 años de prisión, que quedarán en ocho, como resultaron catorce los 45 de condena del “Asesino del Rol”, un joven madrileño que despedazó acuchillando con crueldad infinita a un barrendero porque era de una raza inferior.
Como salieron en poco tiempo “El Rafita” y su banda, que violaron, atropellaron pasando varias veces sobre ella con un coche y quemaron, aún agonizante, a Sandra Palo, una pobre niña. Cuando cometieron el asesinato acumulaban ya 700 delitos.
Es que como para llevarle la contraria a Franco, que dicen que nos perseguía tanto que para él todos éramos pecadores, aparecen jueces autoproclamados progresistas que niegan la existencia de la maldad: “tó er mundo é gueno”.
Más: la Constitución, para no parecerse al franquismo, decidió que hasta el peor sicópata es recuperable. Generalmente los jueces los sueltan al cumplir un tercio de la condena, aunque haya posibilidad de mantenerlos en prisión.
Una sala de jueces progres suelta al “Asesino del Rol” a pesar de que dos peritos afirman que es un sicópata que podría volver a matar: oportunidades para el sicópata, peligro para los ciudadanos.
Casi nadie se acuerda de aquél infeliz que esperaba un autobús tras barrer las calles por la noche. Javier Rosado y otro cómplice desmembraron con estudiado sadismo a Carlos Moreno, bajito, calvo, de 52 años y aspecto humilde. Un ser inferior en el juego de las razas creado por Rosado.
Los asesinos de Barcelona le pegaban a la indigente, despreciable borracha para ellos, en la cabina del banco donde ella dormía, y después, le prendieron fuego entre muchas risas.
El asesinato en España es un placer barato para sus ejecutores.
Espantoso. Pero real.
Publicado por: José García Palacios | viernes, 14 marzo 2008 en 06:55