Si usted tiene uno de esos cuatro por cuatro que le hacen sentirse poderoso porque los demás parecen molestas hormigas en su camino, sepa que esta crónica no dice lo que piensa quien la firma, sino lo que alguna gente le ha pedido que escriba sobre los propietarios de esos vehículos.
El cronista se limita a ser mensajero, por lo que espera que usted no se moleste y se lance sobre él cuando lo vea en su utilitario.
Usted es un fantoche, dicen quienes le critican. Usted no tiene fincas, selvas, desiertos o montañas para las que precise un vehículo todoterreno.
Lo más que tiene usted es un garaje en alguna casa de ciudad, quizás un adosado, y unos metros de jardín con un rosal, un arbusto, unas piedras ornamentales con fuentecilla y un enanito imitando un gnomo.
Pero cuando sale con su todoterreno, usted, que es un señor pequeñito acomplejado, un nuevo rico o un imitador de actores de las series americanas, que impusieron la moda cuatro por cuatro en España, usted, se siente Tarzán y va pegando gritos y bocinazos como en una selva y llamándole monos a los demás para impresionar a su Jane.
Lo único salvaje que tiene usted es su gran danés, que saca a pasear sin recoger las heces que deja a las puertas de los vecinos, y en su vida cotidiana dice ser ecologista, admirador de Al Gore y estar muy preocupado con el cambio climático.
Ya en la calle, la carretera o en la autovía, usted ve a los de los demás coches como bichos inferiores, indignos de adelantarle o de acercársele
Por eso los echa del camino a volantazos. Que mueran, que para lo que valen esas hormigas…
A mí han tratado de echarme de la carretera varios de esos todo-terreno y a pesar de que puse denuncias nunca les pasó nada. Tiene razón usted al decir que son unos acomplejados que fuera de su monstruo se vuelven corrientes.
Publicado por: Carlos Sánchez Arévalo | domingo, 16 marzo 2008 en 10:19