-- Esperanza, es inaceptable: tú y Alberto nos habéis dejado en ridículo al Partido y a mí. Ahora, el PSOE aprovecha esta estupidez para llamarme integrista, como si fuera Bin-Laden. Justo cuando estallaba el escándalo de Zapatero por engañar a los españoles negando que negoció con ETA tras el atentado de la T-4.
-- Es que Gallardón se nos subió a la chepa con su ñaca-ñaca de que quiere ser diputado y tu heredero. ¡Y yo no soy menos que él!
-- Los dos estáis triunfando en Madrid, y ya es bastante éxito, de momento.
-- Sí, pero Gallardón está postulándose siempre como tu sucesor. Nos come a todos con su ambición. Y como no ganes las elecciones es capaz de fundar su propio partido.
-- No hay peligro: entre el PSOE y nosotros abortamos cualquier organización impidiendo que reciba créditos bancarios. Lo estamos haciendo con la UPD de Rosa Díez, donde están tantos exsocialistas.
-- De acuerdo. Acepto seguir así. Te juro solemnemente mi fidelidad. Pero reto a Gallardón a que lo haga también.
-- Pues vamos a saberlo. Amparito (llama a la secretaria): Que venga Alberto.
Gallardón sale trastabillado de detrás de un sofá rompiendo en sollozos: se había pasado la noche esperando la llamada del jefe, ensayando cómo conmoverlo.
-- Alberto: ¿me juras tu lealtad?
-- Juro. Pero después del 9 de marzo, si ganas, porfa, porfa, Jefe, prométeme que me harás ministro, porque ahora quiero ser ministro.
-- De acuerdo, serás ministro
-- ¡Pues yo también quiero ser ministra!, exclama Esperanza.
-- Vale, también lo serás.
-- ¡Pero de Exteriores!, exige Gallardón.
-- ¡¡Que no, que no, Exteriores es mío!!, grita Aguirre.
Rajoy sufre un infarto y balbucea, agonizante:
-- ¡Que tropa, qué tropa!: Me mataron a disgustos…
Sr. Molares do Val: He visto que añadió una frase al diálogo que debíó saltársele cuando publicó el artículo, porque su ausencia desconcertaba algo. Como usted escribe muy bien le dije a mi novio que leyera el artículo par que descubriera el fallo y cuando lo hizo se rió y lo entendió muy bien, y yo quedé como una tonta porque entre que lo leí yo y lo leyó mi novio usted puso lo que faltaba o lo que no había puesto, que es la frase -- ¡Pero de Exteriores!, exige Gallardón.
Es que sin ella no se entendía y despues sí.
Cuando usted falle, por lo menos avise a sus lectores porque como le decía yo quedé como que no entedía nada. Pero es que el artículo estaba incompleto y usted lo enmendó después.
En los blogs debería haber fe de erratas para que no pasaran estas cosas. Gracias.
Publicado por: Ana Romerales Ruíz | jueves, 24 enero 2008 en 00:14