Uno de los políticos que más medró dilapidando dinero en gastos suntuarios, en exhibiciones inútiles, en miles de funcionarios improductivos, el expresidente de la Generalitat catalana, Pasqual Maragall, quiere facilitarle medicinas baratas al tercer mundo con un impuesto universal que pague las patentes de esos productos.
Sabe el Honorable que sin patentes no hay nuevas medicinas, motivo por el que sólo los ricos y los corruptos políticos de los países pobres disponen de buena asistencia sanitaria.
Parece una medida humanitaria, solidaria, podría decirse que piadosamente cristiana, por aquello de curar enfermos. Claro que la caridad o la solidaridad deben ser voluntarias, no obligatorias.
Maragall sabe también que el mundo llamado socialista abanderado por la URSS nunca creó un medicamento o una técnica quirúrgica válida para la humanidad Cuando no hay beneficios para los laboratorios no hay patentes y la medicina suele volver a la brujería.
Gracias al injusto sistema capitalista casi se duplicó la esperanza de vida en occidente en las últimas siete décadas. Y hasta los soviéticos mejoraron pirateando las patentes imperialistas.
Conocedor, por tanto, de que no debe yugularse a la industria farmacéutica, Maragall, junto con el diputado catalán Toni Comín, propone el impuesto universal para comprar y rescatar patentes, y fabricar medicinas baratas como genéricos.
Su proyecto exigiendo cobrar otro impuesto apareció en un artículo periodístico que, sin duda, ha conmovido a corazones sensibles. Tanto que hay que decirle que de acuerdo, Don Pasquale.
Siempre que, primero, renuncien usted y los políticos, a lo que gastan suntuaria e inútilmente: miles de millones de euros, sólo la Generalitat catalana y en corrupciones y corruptelas de todo orden y en todos los estratos de las administraciones.
Recordemos sólo aquel dispendio milmillonario, inútil y especulador del Foro de las Culturas que inventó usted: en patentes podían curar a media África.
Con igual medida de otros gobiernos, autonómicos y centrales, tendríamos resueltos en un plis-plas los problemas sanitarios del mundo.
Y aún sobrarían fondos para mejorar las colapsadas infraestructuras catalanas.
Estoy absolutamente de adcuerdo con Vd. Hay que controlar los gastos de nuestros gobernantes y exigirles que dejen de robarnos para su propio beneficio.
Publicado por: Andrés Sande | martes, 08 enero 2008 en 10:30