No debería sorprender el entusiasmo del presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, al contarle a los periodistas que en la cena del 70 cumpleaños del Rey el lehendakari vasco, Juan José Ibarretxe, “había brindado por España”.
Es la muestra de que un político como Revilla desconoce las principales leyes de la buena educación en los actos públicos. Seguramente porque pertenecemos a un país que antiguamente era cortés, pero que se ha vuelto incivil y en el que la corrección ya es noticia.
Por eso el diario El País le dio importancia a ese brindis sin valor político al recoger las declaraciones de Revilla en su primera página, mientras la SER lo reflejaba en numerosos informativos.
Quizás deseen especular con la posibilidad de que Ibarretxe quiera retirar su plan independentista. Idea que reforzaban narrando otro guiño aparente del lehendakari: “aplaudió calurosamente los discursos del Rey y del Príncipe de Asturias”.
Presentar como importantes estas anécdotas sólo muestra desconocimiento de las reglas más elementales de la urbanidad. Porque por una vez Ibarretxe resultó un invitado educado y respetó el brindis y los discursos de sus anfitriones.
Revilla, que busca los micrófonos como si fueran sobaos pasiegos, corrió a contar una obviedad como esas que revela tras escuchar conversaciones en urinarios durante las bodas reales. Y los periodistas que difunden luego esas pequeñeces demuestran también que ignoran todo protocolo de brindis y banquetes.
Ignaros de las reglas de la educación, los españoles desdeñamos las buenas formas con actitudes de patanes, como las de quien ahora nos preside, que no se levantó en un desfile ante la bandera de EE.UU., cuando hasta Stalin lo hacía con la de Franco.
Todavía estamos pagando ese gesto descortés, que para Washington fue mucho peor que la huída de Irak.
Oiga, está sembrao usted en esta. Preciso y redondo, tómese algo a mi cuenta.
Publicado por: Berlin Smith | domingo, 13 enero 2008 en 09:14