Santiago B. M.. ha sido detenido en Cartagena por aprovecharse sexualmente de unas chicas aspirantes a modelos y estrellas de televisión que se le entregaban esperando recibir a cambio fama y fortuna.
Esa detención, aunque amparada por la ley, es injusta: el personaje no es un delincuente sino un sinvergüenza algo superior, no mucho, que sus víctimas.
Se hacía pasar por responsable de una televisión y le prometía a chicas adultas, es importante recordar que adultas, aparecer en la pantalla. Prometiendo esforzarse en su trabajo les pedía mantener relaciones sexuales. Varias de las que accedieron lo denunciaron tras descubrir el engaño.
Este es el timo de la estampita, tocomocho contemporáneo. Corresponde al billete de lotería con premio multimillonario que ofrecía un pobre tonto en las estaciones de ferrocarril. El listo le compraba al tonto su estampita dándole, claro, dinero, el menos posible, que era bastante. Se reía autosatisfecho por haber engañado al pobre diablo hasta que descubría que el premio era un papelucho.
Aquí, el billete premiado es la pantalla, un imán tan atractivo y poderoso que las chicas engañadas han presentado denuncia sin darse cuenta de que ya pertenecen a la categoría de busconas. No intercambiaron sexo por dinero, pero si por la esperanza de salir en colorines, el valor monetario de la era postindustrial.
Culto a la fama y olvido de que existen el honor y la dignidad: prostitución, que es la permuta de sexo por su valía mercantil, y el de la imagen vale más que el oro.
Santiago B. M. es un miserable, pero también síntoma de la creciente amoralidad de tantos jóvenes de ambos sexos aspirantes a ser estrellas y que no saben qué es la honra, valor desconocido en la Educación para la Ciudadanía, seguramente por antiguo y reaccionario.
Bueno, quizás en todo caso deberían haberlo detenido por ESTAFADOR :-)
Publicado por: Salva | lunes, 08 octubre 2007 en 15:24