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sábado, 06 octubre 2007

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Siempre me ha parecido curioso que en una supuesta democracia liberal, donde teóricamente uno tiene derecho a hacer aquello que no interfiera la libertad de los demás, no se pueda ir en pelotas por la calle o por cualquier otro lugar. En realidad nuestra libertad está más limitada de lo que creemos por el contexto cultural. Ocultar nalgas, pechos y otras partes de nuestra anatomía no me parece menos absurdo que esconder parte del pelo. Y no deja de ser una convención cultural sexista. Un hombre puede pasearse sin camisa por el Paseo de Gracia, pero si lo hace una mujer se arriesga a que le inste la guardia urbana a taparse o la acusen de escándalo público o, peor aun, de prostituirse.

No creo que los padres de Aisha sean unos puritanos coránicos, sino que simplemente siguen sus propias convenciones culturales. No soy un relativista cultural, pero creo en la libertad, y defiendo la libertad de sus padres para vestirse y vestir a sus hijos de acuerdo con su propia cultura e identidad, sobre todo si la niña está de acuerdo ya que es ella la que tiene que soportar las humillaciones en el colegio. En todo caso son los padres y no el colegio quien debería decidir si consienten en “occidentalizar” el atuendo de la niña para evitar los insultos.

Hace bien la Generalitat en proteger la libertad de esa familia. El colegio debería haberla protegido frente al ataque de otros niños, en lugar de dedicarse a ponerse en su contra. Para tratarse de un centro escolar, le ha administrado a la niña una mala lección de liberticidio.

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