Se encaprichó con inaugurar el AVE Madrid-Barcelona el 21 de diciembre y ordenó que las constructoras aceleraran las obras en un trazado ilógico que los políticos catalanes variaban constantemente, frente a los criterios técnicos.
Ahora, todos postrados por ese costoso capricho de ZP, similar a la mayoría de sus leyes, nacidas con buena intención, pero estropeadas para satisfacer las exigencias de los nacionalistas radicales y de la extrema izquierda.
Cesiones que, naturalmente, han dividido al Tribunal Constitucional, que ahora tiene la mitad de sus miembros recusada por el PSOE o por el PP.
Una de las imposiciones fue ampliar el mandato de la presidenta del propio Tribunal para que mantuviera sus dos votos “progresistas”, porque uno es de calidad, e impedir que los heredara un magistrado conservador.
Es que la presidenta, con una mayoría supuestamente izquierdista, debía declarar acorde a la Constitución el Estatuto de Cataluña, pese a que establece una relación paritaria entre esa “Nación” y el Estado, y rompe la solidaridad regional y ciudadana.
María Emilia Casas también debe apoyar que el enlace homosexual se llame matrimonio. De haberle dado otro nombre ni siquiera el PP podría haberse opuesto a una ley, por otra parte, bastante moderada. Todo, porque las organizaciones gays más fundamentalistas exigían el término para zaherir su simbolismo religioso.
Igualmente, las feministas más extremistas lograron que ante igual delito de malos tratos el hombre fuera mucho más castigado que la mujer, obviando que el diez por ciento de la violencia sexual lo ejercen ellas.
Estas y otras grandes leyes de ZP hubieran sido buenas si no se hubieran excedido caprichosamente en sus concesiones al sectarismo.
Declararlas inconstitucionales supondría el fracaso de toda una legislatura llena de insensateces, y eso no lo puede tolerarlo el ahora llamado Z.
Señor Manuel, su propensión a lo políticamente incorrecto hará que lo coloquen en la lista a la que pertenecemos los que nos atrevemos a decir lo que pensamos. Los librepensadores hemos sido convertidos en fachas por la izquierda más totalitaria de los últimos tiempos. El presidente del Gobierno está llevando el "como sea" hasta las últimas consecuencias, sabe que sus seguidores tragarán porque, sobre todo, temen a la democracia, sólo les falta gritar "¡vivan las caenas!"
Publicado por: Lila | miércoles, 31 octubre 2007 en 16:08