Condenar las atrocidades franquistas negándose a hacerlo también con las republicanas alegando que Franco ya las aireó, como pretende el Gobierno, es volver a dividir a los españoles en buenos y malos, según quien manda en cada momento.
Quizás por eso Convergencia i Unio (CiU), heredera de la burguesía catalana masacrada por anarquistas y comunistas y muchos años aliada de Franco, le exije ahora a Zapatero que su Ley de Memoria Histórica recuerde las brutalidades republicanas.
Su tesis es que ninguna ley sobre la historia puede ocultar que las dos Españas de la guerra civil fueron igualmente asesinas.
Una verdad que se comprueba leyendo, además de a los grandes cronistas que hicieron buenos a los republicanos y malos a los franquistas, a periodistas anónimos como el estadounidense Edward Knoblaught, de la Agencia Associated Press (AP), que evitaron maniqueísmos y se mostraron neutrales y menos ideologizados en sus noticias.
Lógico: desde su fundación en 1846 la AP le exige a sus redactores controlar sus emociones y narrar friamente los hechos.
Algo que cumplió durante la guerra Knoblaught, cuyo libro “Correspondent in Spain” acaba de publicarse por primera vez aquí, aunque se editó en EE.UU. en 1938.
Retitulado “¡Última hora: Guerra en España!” (Áltera), el libro de Knoblaught, elaborado tras abandonar España amenazado de muerte en zona gubernamental, es un documento esencial para entender cómo fue aquella colisión entre españoles.
Cuenta Knoblaught que a finales de 1937 en la retaguardia de la zona republicana ya se había asesinado, fusilándolas, a unas 140.000 personas, según cálculos “conservadores” de los gobiernos americano, francés e inglés ( pág. 96), algo que ocultaron periodistas famosos como Hemingway, Orwell o Dos Passos. Los dos últimos lo aceptaron después discretamente.
Quizás por esta razón las democracias, que simpatizaban con la República, dejaron de mostrarle el aprecio inicial y se negaron después a darle apoyo militar.
Vieron que los líderes de aquellas dos Españas eran igualmente brutales, y siendo así, los descendientes de ambos bandos no deben maquillar a esos criminales haciendo buenos a unos y malos a los otros.
Lo ha vuelto a bordar Don Manuel, no somos más brutos y salvajes que otros paises europeos, los hechos lo demuestran. Creo que es injusto (aunque una muerte violenta nunca es disculpable) juzgar a las personas en tiempo de guerra, en donde ves caer a amigos, familiares y gente que no tiene ninguna culpa, los soldados en tiempo de guerra están en "enajenación mental transitoria" como se dice ahora, mi abuelo republicano hasta la medula y que fue miembro de la resistencia francesa, me contaba como algunos miembros de la resistencia después de sus actos y algunos soldados del tercer Reich alemán no podían contener las nauseas después de haber participado en un pelotón de fusilamiento normalmente de civiles inocentes.
Pero el problema de la memoria histórica es otro, no creo que nos lleve a ningún sitio ahora destapar criminales de guerra ya que sus descendientes se podrían ver perjudicados sin tener vela en este entierro, pero si sería justo sacar a la luz a esas personas de ambos bandos que tuvieron un gran corazón en un momento dado, porque quizás sin esas personas alguno de nosotros no estaría leyendo sus articulos Don Manuel, porque las hubo y yo soy prueba de ello, sin ir más lejos en el Castillo de Montjuïc en Barcelona dos generaciones después.
Publicado por: Miquel de Mallorca | martes, 04 septiembre 2007 en 10:15