Sometidos al determinismo genético que exige fecundar hembras jóvenes, como los leones y los polígamos, muchos otoñales despiden a su mujer entrada en el climaterio, se unen a otra más lozana, y luego descubren, como Luciano Pavarotti con Nicoletta Mantovani, que su nueva pareja era una nada enamorada buscafortunas.
Cuántas Nicolettas rondan a ricos y famosos. Hembras que soportan al macho mientras es poderoso. Cuando él se debilita ellas se van, como las leonas, con el nuevo rey. Para Nicoletta el rey ya no era Pavarotti, sino su capital.
Poco antes de morir, el tenor le confesó a Lidia La Marca, íntima amiga suya, que Nicoletta lo atormentaba, le exigía dinero, que firmara papeles, y que lo separaba de sus seres más queridos y de sus hijas del primer matrimonio.
Nicoletta, era la seductora secretaria, treinta años más joven que él, que sustituyó en 2003 a Adua Veroni su esposa durante 34 años, ya avejentada.
Pero, ¿qué se esperaba Pavarotti de aquella joven? Él era ya un león viejo y enfermo que exploró más las carnes prietas de la secretaria que sus posibles intenciones. Ególatra, se creyó Adonis, el dios eternamente joven.
Su único vigor cuando se casó con Nicoletta, aparte de la voz portentosa que aún conservaba, era esa fortuna creciente, estimada ahora en unos 200 millones de euros.
De creer a Lidia La Marca, el final de Pavarotti fue muy triste, torturado por esa mujer ambiciosa, desenfrenada, malhumorada y ensoberbecida por su poder sobre el hombre al que adoraba el mundo.
Las Nicolettas: todos conocemos a algunas. Nos repelen erroneamente, porque si reflexionamos sobre ellas descubrimos que su conducta es natural: machos y hembras, por mucho que hayamos evolucionado, seguimos siendo animales de la selva con genes positivistas.
Conozco a varios Lucianos aunque yo no soy de esos y a varias Nicoletas, y estoy de acuerdo con lo dicho aqui, que debe ser el adn.
Publicado por: Luciano | lunes, 17 septiembre 2007 en 09:32