Dice Carod-Rovira que el Dalai Lama comparte con él la idea de que el Tibet es víctima del imperialismo chino, como Cataluña del español. Y un consejero catalanista del Poder Judicial dijo algo parecido, añadiendo, además, que los catalanes sufren un genocidio. ¡Genocidio de catalanes, aquí y ahora!
Deberían viajar y no mentir sobre el Dalai Lama, pintoresco Nobel de la Paz de 1989, al que quizás por eso presentan como un santo huído del acoso comunista.
Podrían conocer la estructura social tibetana y examinar Potala, el palacio central lamaísta, en Lhasa, la capital.
Allí, y a pesar del comunismo chino, los nativos siguen esclavizados por una religión retrógrada, parasitaria y humillante, cuyo máximo líder es esta santidad exiliada.
Pero poca gente ha conseguido visitar ese país. Menos aún sabe cómo era antes de que los chinos redujeran la indignidad, asombrosamente, con el comunismo.
El lamaísmo existe gracias a una sociedad analfabeta que tenía un 70 por ciento de siervos. Cada familia debía entregar un hijo a la lamasería: los grandes lamas, propietarios de las tierras, esclavizaban así al grupo explicando que el rehén rezaba por la mejor reeencarnación de todos.
Pueblo de largas peregrinaciones, camina unos pocos pasos y se arroja al suelo para besarlo y lamerlo, levantándose y repitiendo la operación obsesivamente. Día tras día. Y cuando ve a alguien que considera no siervo hace gesto de lamerlo para purificase. A este cronista también lo lamían gestualmente.
Eso no lo explican el Dalai Lama ni sus acólitos. Tampoco hablan de las mazmorras de Potala donde había salas de tortura para rebeldes o desobedientes.
Podría recordarse aquí el Infierno de Dante: el Tibet correspondería al noveno y último círculo, la llanura de hielo para los peores traidores.
En 1959 el comunismo chino redujo levemente la maldad infernal elevando el territorio al octavo círculo.
Por lo que leo ha estado Vd. en el Tibet y ha observado como es aquello, por lo que sabe como es el Dalai Lama, que siempre me parecio un hipocrita y un mentiroso como todos esos místicos que se han puesto de moda y que representan la ignorancia. Pero me pregunto por qué le dieron el Nobel, aunque también lo recibio otro ejemplar fino, Arafat.
Publicado por: Anna Castelló | jueves, 13 septiembre 2007 en 09:01