La Constitución española respetó la tradicional fiscalidad foral vasca y navarra, lo que provocó celos en Cataluña, cuyos políticos han aprovechado la debilidad del actual Gobierno para conseguir similares ventajas, despertando a su vez las mismas apetencias en otras comunidades.
Con la excepción foral, la Constitución promulgaba la unidad fiscal y la redistribución de la renta del resto de España, pero esta ley fundamental se ha roto: para conseguir el apoyo del pequeño partido secesionista Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), el Gobierno aceptó despedazar la caja fiscal única, entre otras denigrantes concesiones.
Desvirtuando con trucos leguleyos la Constitución y presionando al Tribunal Constitucional, la España reinventada por ZP no será la que había mantenido la cohesión regional, social y ciudadana de los últimos treinta años.
Los impuestos de todos los contribuyentes de los territorios ricos irán a los ricos de esos territorios. Los de los contribuyentes pobres de los territorios pobres también irán a los ricos de los territorios ricos. Y los habitantes de los territorios pobres volverán a emigrar a tierras de los ricos.
Ahora, hasta los dirigentes de Madrid, Valencia y Murcia, del Partido Popular, que se negaba a admitir la independencia fiscal que está imponiendo Cataluña, dicen que si esa región la logra, ellos también la impondrán.
Gobierna España el PSOE, pero parece hacerlo la CEDA de 1934, o quizás una organización de comunas capitalistas con disfraces rojos.
Entre tanto, los gobernantes del País Vasco rechazan que otros vayan a ser sus iguales y se lanzan sin freno hacia la independencia.
Lo hacen porque ven a un gobierno tan débil que se humilla ante quienes le conceden ayudas momentáneas, grandes chutes de endorfinas para ZP y sus poderadictos que todos pagaremos muy pronto.
Hay que ver ahora ni los socialistas ejercen el socialismo cuando les conviene...
Publicado por: Butzer | lunes, 23 julio 2007 en 00:34