Los soldados españoles en el Líbano son como policías apadrinados por mafiosos: deberían desarmar a los terroristas de Hizbolá, pero son estos los que los protegen de otros terroristas peores.
Paradoja que fue noticia la semana pasada. Nadie la desmintió ni casi se comentó, quizás porque sería políticamente incorrecto denunciar a unos fanáticos asesinos convertidos en protectores de los nuestros.
Tan asesinos que, entre otros actos, militantes de Hizbolá atentaron el 12 de abril de 1985 en el restaurante El Descanso de Madrid, donde mataron a 18 españoles e hirieron a un centenar.
Hizbolá, que significa “partido de Dios”, está considerado por occidente y por los libaneses y los palestinos moderados como organización terrorista sostenida por los ayatolás iraníes empeñados en imponer en el Líbano una dictadura religiosa.
La presencia de 1.100 soldados españoles en la FINUL (Fuerza de Intermediación de las Naciones Unidas en el Líbano) se debe al acuerdo de desarme de Hizbolá tras el alto el fuego entre esa banda e Israel, hace ahora un año.
Los enfrentamientos fueron resultado de la reacción israelí a los hostigamientos de los terroristas desde terrotorio libanés.
Desde su llegada, la FINUL ha patrullado por los campos libaneses fronterizos, pero no en las ciudades y las poblaciones donde Hizbolá tiene armamento ligero y pesado, incluidos blindados, misiles y aviones no tripulados Mahajer iraníes, uno de los cuales hundió una corbeta israelí en julio de 2006.
Tras el atentado de hace un mes que mató a seis soldados españoles, atribuido a Al Qaeda, amparada por otro amigo nuestro, Siria, los milicianos de Hizbolá han pasado a ser nuestros protectores sin dejar de ser terroristas.
Una situación esquizofrénica ante la razón por la que se está en el Líbano: desarmar a Hizbolá.
Lo de este gobierno no tiene nombre ni vergüenza. Somos el hazmerreir del mundo y me molesta comprobarlo.
Publicado por: Arturo Garcés | miércoles, 01 agosto 2007 en 10:53