Dentro de unos días la Comisión Europea aprobará por primera vez desde 1998 la comercialización de un alimento modificado genéticamente, una variedad de patata llamada Amflora, creada por el gigante químico alemán BASF.
Las oenegés Greenpeace y Friends of the Earth amenazan con lanzar campañas de boicot porque dicen que es peligroso para el medio ambiente y que puede provocar resistencia a los antibióticos.
En cuanto a esa resistencia no tienen razón alguna, según numerosos estudios neutrales hechos durante varios años en distintas universidades.
Pero aciertan en cuanto a su acción desequilibrante sobre otras variedades de patata, y también porque, aunque tiene poco interés para la alimentación humana, variará la dieta del ganado.
Lo que agravará un antiguo problema mediambiental: la patata es un tubérculo invasor, depredador de Europa desde que la trajeron los españoles del Perú. Deberíamos prohibir la patata, que es lo que exigirían los Greeenpeace et alli de la época de la Conquista: por destruir el medio ambiente europeo de entonces, los cultivos tradicionales y la economía de las castañas, de los nabos y de los boniatos.
Los españoles, como se ve, siempre haciendo el mal. Igual que la agricultura científica: puro imperialismo. Porque BASF, como la Monsanto estadounidense, es el poder capitalista de Berlín y de Washington.
Más aún: como en Alemania manda Angela Merkel, ya se sabe que se empieza por la patata y se termina defendiendo el uso del DDT entre las poblaciones infestadas por la malaria, que en en buena hora prohibimos ese producto, aunque por eso mismo mueran cuatro millones de personas anualmente, sobre todo, niños.
En Europa no tenemos malaria gracias al DDT, pero estamos intoxicados, aunque no se note. Sería criminal permitir que les ocurra igual a los pueblos del tercer mundo.
Y&a era hora de que alguien se acordara del DDT como medio para salvar a millones de personas. Como químico, debo decir que ha dado usted en el clavo.
Curiel
Publicado por: SOBRE EL DDT | domingo, 22 julio 2007 en 14:23