Vivimos en una sociedad crecientemente compleja, bajo unas autoridades tan atascadas mentalmente en el siglo pasado que imponen como asignatura una Educación para la Ciudadanía correspondiente a 1968 en lugar de otra con métodos de supervivencia para los años 2000.
Esa mentalidad del 68 sigue creyendo que hay que predicar el anticapitalismo, que para ser realista debe pedirse lo imposible, que la tecnología vino a esclavizarnos, que todo lo que hace la vida agradable es malo, con excepción del sexo y las llamadas drogas recreativas, y que tó er mundo é gueno, aunque esté asesinándote.
Pues ya es tiempo de que los chicos –el género masculino vale para ambos sexos— vuelvan a aprender no como asignatura, sino como disciplina escolar, respeto, buenas maneras, urbanidad, higiene pública.
Y como materias prácticas, a conducir vehículos, a saber qué son y cómo se pagan créditos, o cómo se hacen compras, desde alimentos hasta pasta dentrífica, cómo se elige una lechuga o un pescado fresco.
Los códigos de barras, qué significan, qué derechos se tienen con una garantía, cómo se reclama adecuadamente la devolución del importe de un producto defectuoso.
Eso es lo que tienen que saber los niños y los adolescentes. Las teorías más o menos sesentayocheras ya las conocen de sobra por sus padres o amigos.
Y las nuevas generaciones, más aún si son de inmigrantes, una vez conocidas las bases de la Constitución, lo que deben hacer es aprender lo que les será imprescindible en la vida cotidiana.
Enseñanzas que están dándose en colegios que de verdad se esfuerzan por el futuro de sus alumnos en países como EE.UU. y el Reino Unido, donde dan clases sobre cómo soportar la presión financiera que sufrirán de este mundo globalizado, capitalista y, ay, sumamente confortable.
Me parece una buena idea y propuesta muy necesaria y si frunciona en otros paises mejor y habrá que imitarla, digo yo.
Publicado por: Carlos Santidrián | viernes, 20 julio 2007 en 20:45