Debe decirse sin ambages: casi la mitad de los 36 asesinatos de mujeres denunciados en lo que va de año en España tuvieron como autores y víctimas a extranjeros, como ha reconocido con preocupación Montserrat Comas, presidenta del Observatorio sobre Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial.
Desasosiego por un fenómeno que señala diferencias conductuales entre una mayoría autóctona y una minoría extranjera, y porque sabe que habrá organizaciones que la acusarán de xenófoba por divulgar un dato políticamente incorrecto.
Pero ocultarlo es injusto: mantiene la idea de que los españoles han progresado mucho económicamente, pero nada como seres sensibles e igualitarios.
Y los españoles han reducido enormemente su machismo, especialmente tras establecerse la democracia, incluso sin haber sido tan machistas como dice su leyenda negra: desde hace un siglo España es el país europeo que registra menor violencia doméstica.
El último censo habla de casi 45 millones de habitantes en España, de los que cinco millones son extranjeros: entre este pequeño grupo se han producido tantos asesinatos de mujeres como entre los 40 millones de españoles de origen.
Aunque, atención, no todos los asesinos son inmigrantes pobres, sino también europeos residentes en España, que aportan una violencia inicial superior a la de aquí.
La diferencia de orígenes entre ambas poblaciones ha sido explotada con cierto éxito en zonas con fuerte inmigración en la costa mediterránea por la Plataforma Catalana, partido de la extrema derecha con el que está dispuesta a pactar ERC, y la Falange, con la que negocian algunos representantes de IU.
El problema ahora es cómo incrementar mucho más aún entre los españoles el respeto a la mujer, y lograr que quienes vienen de sociedades más violentas se reeduquen en ese valor fundamental.
Extranjeras o españolas, la única forma de detener esta sangría es armar a las mujeres: cuando cayeran los dos primeros miserables a manos de la mujer a la que iban a matar, el resto empezarían a pensárselo más despacio. Que una cosa es matar a una persona indefensa y otra muy distinta a alguien que puede devolverte el golpe, ampliado.
Publicado por: Civis K | domingo, 24 junio 2007 en 00:23